La salud vuelve a saltar a la noticia, los que vamos a los Hospitales públicos sabemos que estos servicios tienen tremendas deficiencias en sus instalaciones, inmensas carencias de personal y condiciones de trabajo muy duras, casi nos atreveríamos a decir que no son dignas de seres humanos.
Si a esto agregamos una atención humillante, eternas esperas en salas de espera inhóspitas, falta de insumos y atenciones diferidas en tiempos demasiado largos para las necesidades de los más humildes, tenemos un cuadro macabro que demuestra falta de respeto por la gente y una enorme carencia de humanidad.
Si lo anterior es grave, vemos con angustia que el endeudamiento del sistema ha aumentado un 822% en el año, según el Gobierno y los directores de los nosocomios debido a la inflación que ha encarecido la adquisición de medicamentos indispensables y de insumos, llevando las deudas a los 55 mil millones.
Si esto no fuera suficiente para graficar el difícil momento que pasa la salud, y los apuros que pasa el usuario, es necesario destacar que las camas disponibles han disminuido en los últimos 20 años en 3 mil unidades, lo que se agrava con una población que se hace más vieja y la consolidación de enfermedades crónicas.
Las razones de esta disminución de disponibilidades para las hospitalizaciones son múltiples y pasan desde los problemas de infraestructura a la permanente falta de personal en este servicio, debiendo tomarse en cuenta, además, un agudo reclamo de los trabajadores por remuneraciones dignas.
Cifras importantes de tener en cuenta dan fe de que en el país contamos con 3 camas por cada beneficiado del sistema público de salud, mientras los países desarrollados tienen un promedio que supera las 6 y los países de similares del continente, como Argentina, el guarismo llega a las 4,1 y en Cuba a 4,9.
El Colegio Médico, a través de su Presidente, Dr. Pablo Rodríguez, alertó sobre el colapso del sistema, que vive su peor crisis de los últimos 30 años, y llamó a insuflarle una cifra significativa de recursos, a una administración con mejoras en la gestión y una planificación eficiente.
Rodríguez llamo a la Presidente, y a la clase política, sin que intenten sacar dividendos de la situación, a enfrentar el agudo déficit de camas, a contratar especialistas, a revisar la crítica situación de colapso en que se encuentran las postas y a solucionar el acuciante problema de la deuda hospitalaria.
Resulta incomprensible que en la situación de riqueza en que se encuentra el Estado, no por la calidad de la Administración sino que por los beneficiosos precios que han tenido nuestras materias primas en los mercados internacionales, se siga manteniendo en calidad de abandono este servicio indispensable para la población.
Los chilenos que sufrimos los rigores de desastrosas administraciones, que tenemos salarios de hambre, que somos humillados a diario al hacer uso de los sistemas de locomoción colectiva, que padecemos de pensiones miserables al llegar al ocaso de nuestras vidas, al menos merecemos un sistema de salud digno.