Libertad y libertinaje son dos palabras que pueden sonar de manera similar, pero que sus implicancias deben ser consideradas como verdaderas antitesis entre si, pues mientras una protege las libertades individuales la otra las sepulta por la vía de una exacerbación individual que colisiona con las libertades de otros.
Los seres humanos tienen todas las libertades existentes, salvo que estas impliquen afectar los derechos de otros o que colisionen con las normas de convivencia social que ha establecido la sociedad para permitir esas libertades e impedir que los excesos terminen conculcando los derechos de los demás.
Lo sucedido en los mercados financieros es una demostración de los resultados que puede tener el libertinaje, que sin duda conducen a extremar situaciones de voracidad personal sin apego a las normas mínimas de ética transformando el legítimo derecho al lucro en un vergonzoso acto de impúdica codicia.
Los responsables de esta situación están a la vista, ejecutivos desaprensivos y avariciosos que traspasaron todos los umbrales de la decencia y la prudencia, además de entes reguladores que abdicaron de sus obligaciones contraloras que evitan la exacerbación de la especulación.
Estos abusos se producen, básicamente, porque estos “empresarios” saben que sus acciones, que producen pingues utilidades para ellos, siempre contarán con el salvavidas administrativo para “salvar el sistema”, lo que derriba las barreras y asegura que se sociabilizarán las perdidas sin privarles de sus ganancias.
La crisis de los créditos sub prime, una de las inmensas crisis subyacentes, pues pensamos que hay otras burbujas que explotaran, se debe a la existencia de una inmensa cantidad de circulante, provocada por emisión, sobre-gasto de los Gobiernos y los precios disparados de las materias primas provocados por acciones especulativas.
Al producirse esta gran liquidez los resultados son la facilitación extrema y desaprensiva de los créditos, sobre pasando los niveles lógicos de endeudamiento y la falsificación de estados de situación para accesar a estos dineros, lo que transforma inevitablemente las garantías en un laste “basura”.
Nosotros creemos que la crisis es más profunda de lo que se ha dicho, pues las entidades financieras han maquillado sus resultados tratando de evitar el colapso, lo que sin duda llevará a la increíble situación de que los 700 mil millones de dólares involucrados en el salvataje serán insuficientes y se agudizarán las desconfianzas del mercado.
Si existe la necesidad de subvencionar algunas situaciones siempre los recursos deben ser destinados a las personas, no a las corporaciones, para que estas, haciendo uso de sus libertades paguen las desudas que les tienen asfixiados o definan libremente que servicios satisfacen mas eficientemente sus necesidades.
Los agentes financieros involucrados en esta situación son depredadores del sistema, lo que les convierte en cómplices, voluntarios o inconcientes, de las asonadas intelectualmente totalitarias, porque llevan a la ciudadanía a buscar soluciones asistemáticas que casi siempre son cosechadas por el populismo.