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lunes, 8 de julio de 2013

Despejándole el Camino a la UP II, por Hermógenes Pérez de Arce.





Despejándole el Camino a la UP II,
por  Hermógenes Pérez de Arce.



Todo se está dando para la reedición de la Unidad Popular. Salvador Allende advertía, en su primer Mensaje al Congreso Pleno, que si sus reformas revolucionarias no eran aprobadas, podría sobrevenir la violencia. Michelle Bachelet, creyendo seguro su triunfo, hace lo mismo al advertir entre líneas que si sus propuestas no son acogidas, el trastorno será inevitable.


A Allende lo conocíamos, o debíamos conocerlo, porque por una parte hablaba de democracia y por otra declaraba públicamente (en su entrevista a Regis Debray), "nuestro objetivo es el socialismo, marxista, científico, total", es decir, todo lo contrario de la democracia que prometía de la boca para afuera. Si se lee la biografía de Michelle Bachelet, de Andrea Insunza y Javier Ortega, se comprobará que ella pertenece a la extrema izquierda, como que colaboró con el MIR y tuvo proximidad máxima con el FPMR, aparte de haber militado en el PAIS, formado alrededor del comunismo y que estaba a la izquierda de la Concertación, en las elecciones de 1989.


Pero sabiendo o debiendo saber todo eso, el país entero tiende la alfombra roja para la llegada de la segunda UP, presidida por ella. En la primera UP lideraban socialistas y comunistas y en la segunda también, aunque parte de los socialistas han cambiado de nombre. La estrategia del Gobierno también se ha prestado para la reedición de la UP. Pues el régimen propuso unas primarias que no cumplían ninguna función útil salvo la de poner al país sobreaviso del cataclismo que se viene: la Nueva Mayoría o UP II obtuvo el 71 por ciento de los votos y acreditó que, dentro de ella, el único partido con credenciales democráticas admisibles, la DC, camina hacia la insignificancia, con apenas un 8 por ciento. Mientras tanto, la Alianza obtenía un 28 por ciento de los votos, lo cual no sólo constituye un anticipo de "muerte anunciada" en la contienda presidencial, que así se resolvería en primera vuelta, sino una "muerte presunta" en el nivel parlamentario, pues para evitar los doblajes y la aplanadora unipopulista en ambas cámaras se requeriría más del 33 por ciento.


Es verdad que de un total de 13 millones de electores potenciales sólo votaron tres millones, pero lo único que cabe presumir de los demás es que siguen la misma tendencia de la muestra recogida el 30 de junio. Esos diez millones de chilenos que miran todo esto con indiferencia, seguramente sienten que no tienen nada qué perder y lo único seguro es que sus cerebros han sido metódicamenete lavados durante veinte años por la izquierda, con la complicidad de la derecha, preparándolos así para favorecer a aquélla y no a ésta.


Los que confían en que Michelle Bachelet es una candidata moderada supongo que habrán dejado de hacerlo ante la imposibilidad de lograr que ella siquiera se pronuncie contra la moción más radical, la "madre de todas las trampas" --surgida de entre sus propios asesores-- de dar vuelta el tablero y convocar por decreto a una asamblea constituyente, lo cual es inconstitucional. Ella declara que no está a favor de la asamblea constituyente, pero que tampoco la rechaza. Es decir, otro "paso". No está a favor ni en contra, de modo que es lícito concluir que nada hará por impedirla.


En el orden tributario ha anunciado un aumento de la carga tributaria de 8.200 millones de dólares, 3 por ciento del PIB, que pasarán de manos de los particulares a las de la burocracia. Y no es cierto que eso vaya a mejorar la educación. Los recursos estatales para ésta se han cuadruplicado en estos siete años y su mala calidad sigue siendo la excusa para que la gente se vuelque a las calles a subvertir el orden. Eso no va cambiar. La revolución seguirá su curso. Sólo habrá más dinero para la burocracia proveniente de mayores impuestos pagados por las pymes, que perderán regímenes especiales; por los agricultores y transportistas, que dejarán de beneficiarse de la renta presunta; por los compradores de viviendas, a quienes se subirá el IVA; por los accionistas de sociedades anónimas, tenedores de fondos mutuos accionarios y trabajadores afiliados a las AFPs, que verán disminuido su patrimonio por el aumento del impuesto a las empresas; por los deudores, que deberán pagar más impuesto de timbres; por los dueños de vehículos diésel, que pagarán más por el combustible, lo mismo que las industrias que lo utilizan; y hasta por los consumidores de pisco y vino, que sufrirán el aumento del impuesto a los alcoholes; pero, y lo más importante, la plata vendrá de la captura del FUT, el ahorro privado de las empresas, que suma un PIB completo y que es una de las bases del crecimiento chileno de las últimas décadas. Ése sí que será un torpedo bajo la línea de flotación de la economía de mercado. El contador-auditor Francisco Donoso Aracena escribe hoy en "La Segunda", sobre la propuesta de liquidar el FUT: "en todos los análisis hechos públicos, se ha planteado sólo teoría legal y estadística y no se ha explicado nada acerca de la forma práctica cómo se pretende llevar a cabo una reforma tributaria de esta índole. Allí estará el quid del asunto". Pero yo ya sé cuál será el quid: plata sustraida al ahorro privado para ir a manos de los funcionarios de la UP II.


Y la Alianza no va a se capaz de defender al país de todo eso, porque está dividida, trizada. Hoy mismo Andrés Allamand puso su interés electoral personal por sobre el de apoyar al triunfador de las primarias, para mejorar sus exiguas posibilidades frente a la candidata de la UP II. Él y sus ad láteres habían prometido que no se presentaría como candidato a senador. Tenía el compromiso de trabajar por el triunfo de Longueira. Pero cambió de parecer y se ha presentado como candidato a senador, sin siquiera hacerlo donde habría sido mejor para la Alianza (una zona en riesgo de doblaje) sino precisamente donde este riesgo no existe. Lo único que le ha importado es posicionarse para 2018. Él, como todos los que ambicionan la Presidencia más que ninguna otra cosa en la vida, ha aprendido que en Chile los que insisten en presentarse para alcanzarla terminan haciéndose de ella. Salvador Allende, tres veces derrotado, bromeaba acerca de su epitafio: "Salvador Allende, futuro Presidente de la República". Sebastián Piñera la persiguió a principios de los '90, pero fue sorprenido en una "piñericosa" que frustró sus expectativas. Intentó en la elección siguiente, pero Lavín le resultó demasiado rival y se alejó de la campaña. Luego volvió a tratar en 2006 y fue derrotado en segunda vuelta. En 2010 la cuarta fue la vencida. Entonces Allamand cree que la porfía al final da su fruto. Puede que tenga razón, pero este año esa ambición suya resulta fatal para su sector.


Así, todos parecen trabajar para el advenimiento de la UP II. Entonces, no nos quejemos después, cuando ella ya esté en el poder.