Cosecharás tu siembra.
Alberto Medina Méndez, Corrientes - Argentina
Alberto Medina Méndez, Corrientes - Argentina
El simple anuncio de otro nuevo paso hacia la estatización del sistema previsional argentino no hace más que confirmar algo que ya se podía suponer. Somos merecedores, una vez mas, de esa frase que dice "cosecharás tu siembra".
Es que por aberrante y equivocadas que parezcan estas corrientes de ideas que empujan a que el Estado participe cada vez con mas fuerza en las decisiones, son en definitiva, la mas irremediable consecuencia de lo que hemos hecho y dejado de hacer.
Se podría pensar que el avance sobre el sistema de jubilaciones y pensiones es, paradójicamente, un gran retroceso. Es que fue parcialmente concesionada a un grupo de empresas privadas, para que conjuntamente con el Estado, administren un sistema mixto plagado de distorsiones conceptuales, pero sensiblemente menos malo, que el tradicional sistema público de reparto.
Es posible que sea un paso hacia atrás, como lo fue también, otro gran retroceso, la re- estatización de aerolíneas, como tantas otras obscenas demostraciones del poder estatal al que ya nos esta acostumbrando el matrimonio presidencial local en los últimos años.
Tal vez valga la pena, preguntarse como llegamos hasta aquí. Porque no es cierto, que esto sea un mero exabrupto o una decisión instintiva o inconciente. Es una determinación que está perfectamente alineada con el pensamiento popular. Una importante y significativa mayoría ciudadana comulga con esta visión de que el Estado debe ocuparse de estos menesteres. Según esa mirada, es su responsabilidad y debe hacerse cargo de resolverlo, en forma publica, estatal, tomando las riendas y no delegando nada de esto a ningún particular.
Ya no se discute acerca del fracaso de los sistemas previsionales estatales en todo el globo. Las proyecciones muestran una sociedad cada vez más añosa. Sostener el equilibrio en la relación de cantidad de aportantes activos y su correspondencia en numero de jubilados y pensionados es casi inviable. Revisar la edad de retiro, tema por cierto impopular, podría aportar alguna mejora en la ya delicada situación futura.
Por eso, cualquier sistema que intente sostenerse sobre la base de que los activos actuales le paguen las jubilaciones a los retirados de hoy, es actualmente impracticable sin caer en la necesidad de esquilmar, vía impuestos, endeudamiento o inflación, a los contribuyentes para que contribuyan, involuntariamente, al régimen jubilatorio.
Los sistemas de capitalización más puros, no solo brindan una solución práctica, sino que aportan equidad, permitiendo que los que mas aporten se jubilen proporcionalmente mejor, en función a lo aportado durante su vida activa.
Los sistemas de reparto, por el contrario, solo muestran la cara más inmoral de la popularizada distribución de ingresos, perjudicando a los que mas aportaron para favorecer a los que no aportaron nada o lo hicieron en forma mucho menor.
En una sociedad donde los menos aportan y los mas no aportan, es bastante razonable que a la hora de sumar voluntades, triunfen las aplastantes mayorías que se ocupan de anteponer su decisión haciendo prevalecer la aritmética que propone una democracia donde esta permitido imponer a los demás la voluntad de algunos.
La decisión gubernamental es cortoplacista, y solo apunta a "hacer caja" para enfrentar un año electoral bastante desafiante para el poder.. No es una decisión enmarcada en una visión de largo plazo, ni mucho menos, un gesto de grandeza patriótica. Es bastante más superficial, mezquino e irresponsable de lo que desearían que parezca.
Después de todo, pese a sus ambiciones hegemónicas, todos saben que el poder es efímero y que más tarde o más temprano, otro se deberá ocupar de gobernar y resolver las irresponsabilidades de hoy.
Todo esto no es casualidad. Es la esperable consecuencia de una forma de razonar que caracteriza a nuestra sociedad. Los dirigentes políticos de hoy, piensan de esta manera, porque la sociedad también razona de idéntica forma.
Es que, les guste o no a los que eternamente subestiman el poder de las ideas, nos gobiernan las ideologías, esas a la que tanto desprestigian muchos intelectuales, porque no están dispuestos a aceptar que tienen significativas confusiones en sus argumentaciones, las mas de las veces contradictorias. Al no comulgar con un sistema de ideas, resulta mas fácil decir que no existen, que ya terminaron, que desparecieron.
De ninguna manera desaparecieron. Muy por el contrario. Gobiernan las ideas. Esta situación es un vivo ejemplo de ello. Los argentinos no quieren un sistema de capitalización individual, prefieren una bolsa, compraron la "ilusión" de la utopía estatal, donde un Estado justo será equilibrado a la hora de repartir y administrará con eficiencia los ahorros de los trabajadores. Vaya mentira, vaya ingenuidad.
Cuando algo le sucede a una sociedad, hay que entenderlo, es porque algunos se ocuparon de que suceda y otros, simplemente, no lo evitaron.
Las responsabilidades son siempre compartidas. Un sector de la sociedad opera para que sucedan determinados hechos. Milita en sus ideas, las transmite, se ocupa de difundirlas y hacerlas populares. La sociedad no piensa como piensa, ni razona como razona, porque tira una moneda al aire "sorteando" sus creencias. Muchos trabajan duro para ello. Tienen su ideología, y se toman la tarea de militar en ellas todos los días. El resultado está a la vista. Un éxito aplastante en términos de resultados. Sus augurios y deseos terminan verificándose, concretándose, llevándose a la práctica. Sus prédicas no han sido en vano. Consiguen que la mayoría de la sociedad adhiera a sus valores, los convencen, preparando el terreno fértil, hasta que un gobierno cualquiera, habitualmente populista y demagógico como el actual, cumple su preciado sueño.
Del otro lado están, los timoratos, los charlatanes de café, esos que despotrican contra el poder, pero son incapaces de apostar por lo que creen. Los prebendarios de siempre hacen negocios a la sombra del Estado y no entienden que el poder los pone, pero también los saca. Entonces hacen negocios por algún tiempo, pero jamás le dan legitimidad a sus emprendimientos. Podrían lograrlo tratando de obtener el apoyo social que una comunidad confiere cuando esta convencida de algo. Pero ni lo intentan.
Aun no entendieron que gobiernan las ideas, creen que es suficiente con fortalecer lazos con el poder de turno. No comprendieron todavía que el verdadero poder está en la gente, en las ideas en las que cree una sociedad. Si no se invierte decididamente en el debate ideológico, militando desde cada espacio disponible, predicando con el ejemplo y con las palabras, en los ámbitos adecuados, la historia no solo no se modificará, sino que los profesionales del poder, seguirán avanzando paso a paso.
No llegamos hasta aquí de casualidad. Muchos se ocuparon de que esto suceda. Otros tantos prefirieron la indiferencia, la abulia, el debate estéril. No comprometernos con nuestra patria, tiene su precio. Vaya si lo tiene. Mientras no lo comprendamos claramente, esto seguirá por el mismo camino. Argentina, solo cosecharás tu siembra.
Nota de la Redacción:
Hemos reemplazado el comentario de nuestro Director por considerar que la nota de nuestro amigo Alberto Medina requiere de una profunda meditación que nos evite repetir los errores que están cometiendo nuestros vecinos.