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miércoles, 2 de octubre de 2013

Piñericosas Mayores, por Hermógenes Pérez de Arce.






Piñericosas Mayores,
por Hermógenes Pérez de Arce.


Todos hemos disfrutado de las "Piñericosas", que se convirtieron en el mayor "best-seller" de los últimos tiempos. Pero hasta hace poco eran triviales, como escribir "gabiota" en su twitter, declarar muerto a Nicanor Parra o atribuir la novela "Robinson Crusoe" al actor norteamericano Willem Dafoe. Últimamente, sin embargo, han adquirido una gravedad mayor, con consecuencias políticas alarmantes y capaces de inferir al país daños sociales de largo alcance.


Ha sido el caso de su explícita declaración, en "El Mercurio" de ayer, de haber sido decisivamente influido por las publicaciones de los medios a 40 años del Pronunciamiento para adoptar las decisiones de los últimos días. Ha confesado: "Algunos creyeron posible ignorar la conmemoración de los 40 años, hacer como que el golpe militar nunca existió o ignorar el tremendo impacto que la cobertura de los medios de comunicación tuvo sobre la sociedad chilena. Ese es el silencio de los que no tienen el coraje de enfrentar la verdad y la realidad".


Eso es increíble, pero lo dice todo. La izquierda allendista se propuso en este 40° aniversario llevar a cabo un lavado cerebral masivo sobre el 11 y su significado, pero el efecto más notorio fue que lavó el cerebro del Presidente de la República. Y eso explica el insólito giro de sus opiniones y sus políticas, insultando a sus partidarios y tratándolos de "cómplices pasivos", por el solo hecho de haber sido adeptos al Gobierno Militar, como si él mismo no hubiera iniciado su carrera política en medio de ellos, en su calidad de generalísimo de la candidatura de Hernán Büchi, que agrupaba a las fuerzas del "Sí", en lugar de plegarse a las fuerzas del "No", cuyo candidato era Patricio Aylwin. Él mismo se convirtió así en "cómplice pasivo", calidad que imputa hoy, completamente olvidado de esa etapa de su pasado, a los colaboradores suyos que no hicieron otra cosa que seguir sus mismos pasos, procurando la continuidad del Gobierno Militar en 1989, pero ya en el contexto de la plena democracia.


Esa amnesia política Presidencial y ese "tremendo impacto de la cobertura de los medios" lo han llevado a cambiar sus convicciones y a considerar a los militares como "asesinos y violadores de los derechos humanos". El viraje consiguiente lo llevó a redestinar a una decena de presos políticos uniformados, en su mayoría ancianos o enfermos, a un penal alejado y con condiciones más rigurosas que el que Ricardo Lagos les había dispensado; y a rechazar por cinco veces la solicitud de indulto de un General (r) octogenario, enfermo y sabidamente inocente del delito que le imputó la Justicia de izquierda.


La gravedad de todo esto no es que Sebastián Piñera se haya dejado lavar el cerebro por la campaña de desinformación que exitosamente emprendió la extrema izquierda a 40 años del Pronunciamiento, sino que él haya abandonado u olvidado sus propias promesas a los presos políticos uniformados, de velar por un debido proceso para ellos. En estos días "La Tercera" ha detallado los cinco rechazos de Piñera al indulto pedido por el General (r) Mena. Lo notable de esos rechazos es su fundamento: que lo atribuido a Mena es un delito grave y "de lesa humanidad". Es decir, el titular del Ejecutivo se transforma en vocero ratificador de las prevaricaciones de los Jueces que él prometió remediar. Pues es público y ultrasabido que el General (r) Mena no participó en forma alguna en la muerte de tres elementos de extrema izquierda por parte de personal de su regimiento en Arica, en 1973. Eso lo estableció el Juez del proceso, que sólo lo condenó por una supuesta "responsabilidad del mando", implicando con ello que Mena no tuvo participación y sólo debía ser condenado por haber sido Comandante del regimiento. De hecho, Mena ni siquiera supo del crimen, pues durante años se atribuyó oficialmente la triple muerte al desbarrancamiento de un vehículo.


Asimismo, el rechazo del indulto una y otra vez obedeció a que el Gobierno de Piñera atendió a que se trataba de, supuestamente, "un delito de lesa humanidad", lo que lo sitúa en la exacta posición de los Jueces prevaricadores cuya acción él mismo, como candidato, se comprometió a rectificar. Pues los "delitos de lesa humanidad" sólo se incorporaron a la Legislación chilena en 2009, y la Constitución garantiza que "ningún delito se castigará con otra pena que la que señale una Ley promulgada con anterioridad a su perpetración", norma crónicamente violada por los Jueces prevaricadores de izquierda en sus sentencias y que ha transgredido por cinco veces consecutivas el Presidente Sebastián Piñera al rechazar con ese mismo fundamento Inconstitucional el indulto al General (r) Odlanier Mena. Y ha pasado a llevar así el principio ancestral de la irretroactividad de la Ley penal. Además, la propia tipificación de dichos delitos en la Ley de 2009 se aparta de las características de las tres muertes de Arica de 1973.


Estas gravísimas Piñericosas se añaden a otros rasgos de este régimen que lo apartan por completo de lo que sus partidarios creyeron elegir, como las evidencias de que tiene un funcionario de su exclusiva confianza perteneciente al MIR (Patricio Bustos, a cargo nada menos que del Instituto Médico Legal), el financiamiento de organismos filomarxistas como el Museo de la Memoria y el Instituto de Derechos Humanos, y la permanencia de un equipo de abogados en el Ministerio del Interior con la específica misión de perseguir Judicial e ilegalmente a militares (r), tarea que ha cumplido triplicando el número de querellas contra ellos que existía bajo el Gobierno de Michelle Bachelet, que ha terminado siendo mucho más favorable para los mismos que el de Sebastián Piñera.


El vendaval de Piñericosas mayores desatado últimamente ha ido en directo perjuicio del sector que lo eligió, de los militares a los que les prometió legalidad y justicia y de las esperanzas de verdad y reconciliación de la gran mayoría del pueblo chileno.