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sábado, 30 de agosto de 2008

Dicom político

Dicom político

Creemos de total justicia que así como los ciudadanos son enviados al Boletín Comercial, el fatídico DICOM que hace desaparecer a quienes son incluidos en su índice, cuándo no cumplen con sus compromisos económicos, debe crearse un registro oficial de las promesas electorales.

Este DICOM político tendría que hacer un seguimiento de los grados de cumplimiento e informar a aquellos que han cometido la “estafa” de obtener los votos de los electores por la vía del engaño, configurado por el no cumplimiento, con lo que el pueblo tendría la posibilidad de pedir la cesación de las funciones obtenidas.

Pensamos, que esta medida, junto con la penalización de la demagogia y el populismo, bastarían para producir una gran oxigenación a nuestra política, acercando a ella a mucha gente que se auto-margina por el temor de ser considerados del mismo tipo de persona que algunos pillastres.

Sin duda, esta providencia iría en una inmediata moralización de la actividad pública, pues al ir de la mano con procesos revocatorios y con la posibilidad de perseguir criminal, civil y socialmente a quienes incurran en estas practicas, produciría un nuevo interés en la desprestigiada actividad.

Es cierto que tenemos algunos políticos de fuste, con excepcionales capacidades intelectuales y una sólida formación moral e intelectual, pero al lado de ellos tenemos unos verdaderos “paquetes” de extrema incapacidad y dudosas calidades de moralidad, además de nulos conocimientos.

Creemos que este “boletín político”, sería un buen anzuelo para que los escépticos del sistema político, los desengañados de una actividad que es vista como sucia, los que piensan que no importa o los que desconfían de las clases dirigentes, vuelvan a re-encantarse con esta imprescindible actividad.

Como los representantes del pueblo no son elegidos por pertenecer a una colectividad determinada, sino que ellos aportan al partido al convencer a la gente que vote por ellos, con buenos o engañosos argumentos, consideramos preciso mantener la prohibición de las órdenes de partido.

Gente que trabaje la misma cantidad de horas que aquellos que nos deslomamos para poder subsistir, con capacidades que les permitan “analizar” la problemática nacional y que actúen en conciencia, además de en concordancia con sus planteamientos, obviamente cooperarán en la dignificación de la vida pública.

No creemos que sean aporte alguno aquellos “personajes” que solo buscan lucimiento personal, ni esos que solo son “buzones” del poder establecido o aquellos que ostentan capacidades intelectuales muy disminuidas, esos son, precisamente los responsables del desprestigio de la noble tarea de Gobernar.