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sábado, 2 de agosto de 2008

PARA NO OLVIDAR.

PARA NO OLVIDAR.

Hay Cosas que suelen olvidarse, pero que es bueno traer a la memoria para mejor comprender las acciones de algunos personajes de nuestra actividad pública y los extraños virajes de ciertas colectividades políticas.

Eduardo Frei Montalva llegó al Gobierno en 1964 apoyado por su partido, la DC, la derecha y sostenido por una intensiva campaña del terror que advertía de los horrores que nos esperaban si triunfaba su adversario, Allende, apoyado por el marxismo internacional.

Después de dos años de una administración, odiosa, divisoria y llena de resentimientos sociales, Frei confirma las sospechas de algunos pensadores de derecha que anunciaban que actuaría igual que los mencheviques en Rusia, preparando el camino para la llegada, en gloria y majestad, del Comunismo.

Un libro, de gran venta en la época, de un brasileño advertía que Frei “sería el Alexander Kerensky chileno”, lo que vimos comprobado el año 1970, cuándo con un artificioso pacto de respeto a la Constitución, Allende llegó a La Moneda con los votos de los Parlamentarios Democratacristianos.

Aunque ahora tratan de negarlo, fueron los principales impulsores políticos del Pronunciamiento Militar del 73 y los insuperables defensores que encontró en el exterior el nuevo régimen que instalaron los Uniformados. Hay documentos, cartas y entrevistas, de Frei diciendo que era la única salida para Chile.

Posteriormente, y a raíz de la constatación que la “dictadura” cumpliría su oferta de reconstruir el país espiritual, económica e institucionalmente, se transformaron en opositores, pues sus expectativas eran que los Militares estuvieran unos pocos meses en el poder y se los entregara a ellos.

En ese momento comenzaron a aliarse con los mismos a quienes ellos habían expulsado del Gobierno, sus ansias de poder no les permitían seguir esperando que la Administración de Pinochet terminara su obra. Esta extraña alianza funcionó de manera legal y también de forma ilegal.

Los “falangistas”, antiguos admiradores del fascismo representado por la Falange española, pasaron a ser la “cobertura” legal tras la que se escondió el terrorismo impulsado por las izquierdas, manejadas desde la ex URSS, y en cómplice de la matanza de centenares de chilenos.

Hoy, les vemos placidamente instalados en el Gobierno, en una espuria concertación que la une a Radicales, PPD Y Socialistas, a los que combatieron ferozmente e incluso denunciaron a las Autoridades, aprovechando las “ventajas y granjerías” que les proporciona el poder de una presidencia omnímoda.

Resulta risible ver a estos “próceres” tratando de convertirse en “ejemplos” para la ciudadanía o dando clases de democracia o de Cristianismo, ellos, que han estado involucrados, y son responsables, en cuánta asonada ha habido en el país y de haber jugado con las esperanzas del pueblo.
Creerles nuevamente no es ingenuidad, es solo estupidez que nos llevará a repetir una historia que nadie racional quiere volver a vivir. Estamos advertidos, tenemos la responsabilidad de elegir bien, con información y analizando las capacidades de los postulantes, fijándonos en sus valores y principios.