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viernes, 30 de septiembre de 2011

Lucro, bendito seas, por Sergio Melnick.

Lucro, bendito seas,

por Sergio Melnick.



Por alguna razón que no entiendo bien, la izquierda ha demonizado el lucro. Ha logrado asimilarlo a la codicia como si fueran lo mismo, pero no lo son. El afán de lucro es una poderosa energía que mueve al ser humano tal como lo hace la energía sexual, el hambre, la defensa, la espiritualidad, el amor, la confianza, el arte y otras. Todas pertenecen a la compleja naturaleza humana. Ir al baño también es humano. La izquierda siempre ha querido “diseñar” un hombre nuevo, de tablero, así como el Transantiago, y se ha rebelado contra el ser humano como es. Pero ¿quién es aquel tan bueno o tan mejor para cambiar a los otros? Por eso siempre hemos buscado profetas e iluminados, seres superiores, pero hasta donde yo sepa no ha salido ninguno de la izquierda, que muestra un penoso récord de las peores dictaduras de la historia tratando de hacer el hombre nuevo.



Sin duda hay cosas del ser humano que no nos gustan, como la envidia, la delincuencia, la mentira, la lascivia, el engaño, la pedofilia y tantas otras. Pero es fácil ver que son elementos de otra categoría. Los países socialistas, además del lucro, también pelearon contra la fe. La llamaron el opio de los pueblos y la prohibieron por decreto. Pero fue una pelea perdida, porque era contra la propia naturaleza humana. Prohibieron los mercados en sus economías, pero el mercado negro emergía igual, porque es parte de la naturaleza humana.



Lucrar significa básicamente tomar un beneficio en recompensa por lo que se hace, así de simple, así de complejo. Lucro es provecho, beneficio, utilidad, ganancia, interés, rendimiento. Y el beneficio puede ser recibido de diversas maneras; por ejemplo en dinero, pero también en honores, ventajas, prestigio, prebendas, poder, iluminación u otros. Hasta aquí no conozco a nadie que no quiera ser compensado por lo que hace. Es más, la mayor parte de las personas estiman que debieran ser aun mejor compensadas por el esfuerzo que hacen. Conozco muy pocas personas que ya no quieren progresar, que no quieran vivir mejor, o su familia, de acuerdo a los estándares que cada uno define. Uno quiere ser premiado por lo que hace. Los aplausos y medallas no ayudan a la familia a comer mejor.



Los que demonizan el lucro son en general los que más lucran. Es asombroso observar cómo la mayor cantidad de políticos de la izquierda viven del Estado, es decir de lo que producen los demás. Jamás han pagado un IVA el día 12 del mes o leyes sociales de los empleados. Jamás han participado de la producción, pero sí de los beneficios. Y es tan fácil ser generoso con los recursos de los demás, sobre todo haciendo leyes que benefician a sus votantes, para que los elijan ad aeternum. Por eso los países manejados por la izquierda tienden a quebrar, o no son capaces de progresar. La Concertación lucró de maravillas con el gobierno. Un festival de sillas giratorias, embajadas, pitutos, ONG, sobresueldos en sobres con efectivo, libres de impuestos, decenas de miles de pegas estatales, y sólo el tipo de arte que les acomodaba. Recuerdo que el Senado se achicó, pero no su presupuesto. La Moneda se gastaba 40 millones al mes en flores porque a la presidenta le gustaban las flores; una forma más bien burda de lucrar. La ENAP perdió US$ 1.000 millones el 2008, y ni siquiera cambió el directorio, sólo otra forma de lucrar. Claro, al pobre oficial de carabineros, que trabajaba 7x24 al servicio de la seguridad de la Presidencia, se le ocurrió mandar a dejar a la señora en un auto fiscal, y lo calcinaron de por vida.



Pero aún queda el argumento más sustantivo. El lucro es siempre una retribución a lo que se hace. Es difícil lucrar si lo que se hace está mal hecho. ¿Cómo podría alguien lucrar en salud dando un mal servicio? y en educación, o produciendo pan. Los así llamados “servidores públicos” son capaces de parar el sistema de atención al público si no le suben las remuneraciones. ¿Es eso lucro? Claro que es una forma de lucro, pero nadie la demoniza, es más, a la izquierda le parece muy bien. ¿Y qué les parece el banco estatal vendiendo tarjetas de crédito e incentivando a la población a endeudarse? ¿O el canal estatal dedicado a hacer telenovelas, programas de farándula y otras yerbas? Es sólo otra forma de lucro.



Amigos, le debemos gran parte del progreso de la civilización al deseo de lucrar, al intento de las personas por mejorar su condición, a emprender nuevas aventuras en todos los ámbitos posibles. Sin afán de lucro estaríamos aún en las cavernas, o simplemente no habríamos sido capaces de sobrevivir a la historia. No hay que confundir el lucro legítimo, con el delito o las malas formas de lograrlo. Eso es tema de la ley, que es harina de otro costal. El hecho que haya malos empresarios es tan humano como que hay trabajadores sacadores de vuelta, políticos corruptos o personas que falsifican licencias médicas.



En síntesis, tratar de eliminar el lucro de la sociedad es lo mismo que renunciar al progreso, o tratar de prohibir las relaciones sexuales, o el consumo de alcohol. Muchos han tratado, nadie lo ha logrado. Hablar de lucro excesivo es un discurso inconducente. Lo que hay que hablar es de evitar la concentración del poder, de cualquier tipo, evitar los monopolios, carteles y otras yerbas, o regularlos, tener leyes inteligentes, luchar por la transparencia de información, y por sobre todo luchar por la libertad para buscar el lucro, es decir, por competir por aportar a la sociedad y ser premiado por ello.



Nada hay mejor que una nación con personas con ganas de progresar y esforzarse para vivir mejor. Nada hay peor que la casta de personas que les gusta vivir del impuesto que pagan todos los demás, y que les gusta predicar cómo deben vivir los otros.

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