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sábado, 24 de septiembre de 2011

El socialismo, una gran estafa, por Mario Montes.



El socialismo, una gran estafa,

por Mario Montes.

El Socialismo es la filosofía del fracaso, el credo a la ignorancia, y la prédica a la envidia. Su virtud inherente es la distribución igualitaria de la miseria”.

Winston Churchill



Sin duda alguna esta definición del socialismo, que ya tiene más de 60 años, describe a cabalidad el absurdo de una ideología fracasada, a la que hoy nos quieren vender como la panacea que es capaz de solucionar todos los problemas sociales de nuestra época.



Magistral es la descripción de este visionario estadista inglés, que aunque no fue un buen político, dirigió al imperio británico a derrotar a los totalitarismos pardos y le alertó sobre las complicaciones que traería al mundo el totalitarismo rojo representado por estas teorías.



Los chilenos, que ya tuvimos la experiencia en los años 70 del siglo pasado, en la que destruyeron el país, no debemos olvidar el inmenso daño que causaron a la convivencia de los chilenos con su prédica incesante de odiosidades sociales.



Hoy se nos presentan como renovados, pero en los 20 años de la concertación fuimos testigos de que la máscara es solo superficial, su odioso mensaje sigue intacto y es desempolvado nuevamente apenas ven una rendija en la cual pueden esparcir su veneno.



La pérdida del poder, sea en los 70 o en el 2010, desata sus instintos destructivos, como lo demuestran en su absurda oposición al accionar del Gobierno de Piñera, en la obstrucción al programa de Gobierno que les derrotó o sus afanes por hacer fracasar al Gobierno.



Son los mismos, con las mismas intenciones liberticidas, pero, ahora, al igual que los camaleones disfrazados con posturas democráticas, que ciertamente no sienten, y desatando exigencias que cuándo estuvieron en La Moneda ni siquiera intentaron subsanar.



El estatismo disfrazado de preocupación social que propugnan, como la educación gratuita para todos, es una manera sibilina de beneficiar a los más ricos que pueden pagar por ella, su oposición a la evaluación de los docentes es una prueba de la falsedad de su petición de calidad.



Sigilosamente han desatado las antiguas monsergas de la igualdad, esa que mientras tuvieron como implantar no lo hicieron, por el contrario el resultado de las aventuras que intentaron solo consiguieron ampliar las diferencias entre los más ricos y los más desposeídos.



Una herencia traumática de estos “revolucionarios” es una educación de pésima calidad, una salud deplorable y faltas de respeto al pueblo como el Transantiago o las viviendas enanas destinadas a hacer sentir a la ciudadanía que hacían algo por los más humildes.



Su incapacidad y falta de honestidad quedó plasmada en vergonzosos escándalos como el de los sobresueldos, la compra de material rodante para ferrocarriles o con la firma de contratos irracionales en las concesiones destinados a enriquecer a empresarios que aportaron a sus cajas electorales.



Después de estos rápidos recuerdos no podemos dejar de sostener que Sir Winston Leonard Spencer Churchill tenía la razón al advertir que los seguidores de estas doctrinas prosperaban en la ignorancia y su capacidad llegaba solo hasta la igualdad en la miseria.



No nos dejemos engañar nuevamente por los “canticos de sirena” socialistas, ya por experiencia sabemos que provocan el estallido, pero sus dirigentes están prestos a asilarse en diferentes Embajadas, para que sus seguidores paguen la cuenta y ellos, cual buitres, poder explotar las víctimas.

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