Constitución de 1980.
Desde su dictación se escuchan voces llamando a cambiar nuestra Carta Magna de 1980, particularmente entre los partidarios de la concertación y específicamente por parte de los comunistas y las entidades relacionadas con ese partido.
El cuerpo legal garantiza eficientemente los derechos ciudadanos y regula la convivencia democrática, lo que ciertamente no agrada a mentalidades totalitarias ni a aquellos que piensan que la violencia es una herramienta política aceptable.
No somos constitucionalistas, pero hay un antecedente que nos hace pensar que la Constitución no es tan mala como se dice, ha regido al país por más de 30 años, con pequeñas modificaciones en su texto, ninguna de fondo ciertamente.
Nos parece sorprendente la oposición que esta encuentra en los sectores señalados, que no la descalifican por mala, sino que lo hacen porque fue dictada en dictadura, no se hayan percatado que la más grande modificación que ha tenido es el cambio de quienes la promulgaron.
Ricardo Lagos, el año 2005, acostumbrado a vestirse con ropaje ajeno, junto a sus Secretarios de Estado, hizo una reforma Constitucional destinada a sacar de la Carta Fundamental la firma del General Pinochet y de la Junta de Gobierno, incluyendo la de él y su Gabinete.
Lo anterior es sin duda alguna un acto de aprovechamiento político deleznable, pues, quienes hoy aparecen como signatarios de la Carta Magna nada tuvieron que ver en su estudio, con la redacción ni en su dictación, la que fue aprobada plebiscitariamente con más de un 65% de apoyo ciudadano.
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