¿Habrá opositores para esa Convergencia?,
por Gonzalo Rojas Sánchez.
Carolina Tohá quiere refundar la Concertación. Su propósito no es sólo legítimo, sino también imprescindible para que las fuerzas opositoras sean algo más que la candidatura presidencial de una ex Mandataria. Pero se ha develado algo insólito: la presidenta del PPD quiere que esa Convergencia Opositora se articule sobre la base de un gran partido socialista, "un partido de la izquierda democrática grande en Chile", en el que se pudiesen fundir el PS, el PRSD, el propio PPD e incluso el PRO.
Curiosamente, en el mismo momento en que eso sucediese, todo pacto con otras fuerzas opositoras se haría inviable.
Primero, sería casi imposible retener dentro de esa Convergencia a uno de los más importantes miembros de la actual Concertación, la DC. Lógico: una nueva izquierda democrática, a la que además Tohá imagina como "el partido más grande de Chile", empujaría hacia afuera al PDC, socio evidentemente minoritario en esa nueva coalición. Si lograran juntarse los cuatro primos -por peleados que estén hoy-, conseguirían en ese preciso instante que el quinto se cambiara de casa.
En segundo lugar, la señal para atraer a los socialistas que hoy están fuera no puede ser más extraña. Si los del PRO -y lo mismo les cabría a los del MAS y a los del MAIZ- sólo podrían ser considerados parte de la Convergencia Opositora en la medida en que aceptaran fundirse en una nueva gran izquierda, ¿dónde queda el mínimo realismo que consiste en reconocer que justamente se fueron de la Concertación porque no soportaban el estilo y las prácticas de los que a futuro volverían a ser sus correligionarios?
Tampoco a los comunistas les podría hacer gracia integrarse a una Convergencia Opositora en que el nuevo PS unificado tuviese cerca de 40 diputados y ellos... tres; en que se viese limitada la libertad absoluta con que hoy manejan a los gremios estudiantiles, docentes, del cobre y a sectores de la salud; en que de nuevo tuviesen competencia socialista fuerte en las elecciones mediante las cuales hoy capturan numerosos cuerpos intermedios. No necesitan los comunistas convertirse en cola de león, cuando hoy gozan del prestigio de ser cabeza de castor, mamífero experto en construir madrigueras complejas y diques.
Bueno, pero queda entonces la posibilidad de que fuese el Movimiento Social el que sí corriese a abrazarse con una nueva izquierda unificada.
¿El Movimiento Social? ¿Qué es esa cosa? Una expresión propia de la comodidad intelectual chilensis, con la que en los últimos meses se ha recubierto a todo el que sale a la calle y se mueve en masa.
Un poco más de rigor, porque desde esas masas salen pastas para todos los gustos. Dentro de esos movilizados están las directivas de los gremios bajo control PC. Las razones para que ningún organismo comunista se incorpore están ya claras.
Otros grupos son los ultras. A morirse de la risa si alguien en el PPD piensa que Marea Roja, La Corriente o el Movimiento Acción Liberacionista (MAL) van a sentirse a gusto compartiendo planes y programas con Andrade o Tohá.
Quedan entonces otras iniciativas, como los Ecologistas o el Movilh. Conscientes los primeros de que les sería imputable una alianza con quienes desarrollaron políticas ambientales que ellos combatieron durante los 20 años de la Concertación, es evidente que seguirán su camino propio, aunque bien financiado desde fuera.
Para el Movilh, en cambio, la oportunidad podría ser atractiva. Su ingreso a Convergencia Opositora quizás sirviese de gancho para que otros grupos se integrasen: el Movimiento de Liberación Animal o el Proyecto Grandes Simios. Aunque quizás no sean éstas las alianzas que más interesen al PPD.
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