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viernes, 19 de marzo de 2010

Nuestra clase política.


Nuestra clase política,

por Mario Montes, Director de Reacción Chilena.

Nuestros políticos parecen no darse cuenta del cambio de escenario que produjo el terremoto del 27 de febrero ni haber aprendido nada en los últimos 40 años de dificultades, por decirlo de una manera suave, que ha debido afrontar la ciudadanía.

Los que hasta hace una semana defendían lo indefendible en las actuaciones del Gobierno de Bachelet, y que callaron miserablemente ante en avance de la corrupción generada desde su conglomerado, ahora gritan porque Piñera haga en una semana aquello que ellos no fueron capaces de hacer en 20 años.

Creemos que estos “sacrificados” hombres públicos no se han percatado del precio que debió pagar el país por la crisis institucional que provocaron ellos mismos con su ceguera, egocentrismo, prepotencia, ideologización, su falta de aptitudes o su falta de realismo que casi nos lleva a una guerra civil.

Hoy, viendo el penoso espectáculo que se está dando en la Cámara de Diputados, con una censura a la Presidente de la Corporación, nos parece que nuestros Parlamentarios, al menos algunos de ellos, siguen haciendo abstracción de las realidades para centrarse en pequeños juegos politiqueros.

Creemos que no es hora, de demagógicas proposiciones con afanes políticos, por la cantidad de gente que está sufriendo, angustiada, por la pérdida de alguno de sus parientes o por la desaparición, a manos de la naturaleza, de su esfuerzo y sacrificio de toda la vida.

El país requiere un Congreso que no siga abdicando de sus funciones fiscalizadoras, como lo ha hecho lamentablemente los últimos 20 años, pero, que tomando conciencia de los momentos excepcionales que vivimos se pliegue a la reconstrucción nacional ayudando, no poniendo trabas, al Gobierno que debe enfrentarla.

Por si no lo han notado una parte importante de país se encuentra en el suelo, nuestros compatriotas de la zona centro sur, desde la Quinta a la Novena Región, se encuentran en una situación exasperante, esperando que el país les de esa mano que tanto necesitan para volver a levantarse.

Las guerrillas verbales que han desatado algunos de nuestros Representantes deben terminar de inmediato, pues no deben olvidar que les pagamos sueldos dispendiosos, dietas, y gastos elevadísimos para que cumplan sus obligaciones de Legisladores y de fiscalizadores de los actos públicos.

Es el momento de actuar seriamente, dejando de lado las divisiones partidistas y las ambiciones personales, para que todos los chilenos, como un solo hombre le pongamos el hombro a la tarea, que será dura y difícil, de recuperar el país, de darle esperanzas a los que ahora no tienen nada y de proyectar un futuro para los jóvenes.