Argentina, Bolivia y Perú: nuevas amistades,
Por Hernán Felipe Errázuriz.
Recientemente, Cristina Fernández viajó a Perú y puso término a 16 años sin visitas de presidentes argentinos a Lima. El distanciamiento surgió por la venta de armas a Ecuador durante la guerra del Cenepa, desconsiderando el apoyo peruano en aviones, misiles y pilotos en la guerra de Malvinas. La Mandataria ofreció un desagravio y suscribió una Asociación Estratégica con García.
Cesaron los insultos entre Evo Morales y Alan García. Perú repuso su embajador en Bolivia y envió al ex canciller de Toledo, Manuel Rodríguez Cuadros, artífice de la demanda peruana sobre delimitación marítima con Chile y reconocido obstáculo en nuestras relaciones con Perú.
Con los cortes totales de gas natural desde Argentina a Chile, terminó el incordio en las relaciones entre Argentina y Bolivia por el compromiso para que ni una molécula de gas boliviano se exportara a Chile. Ya nada pueden reprochar los bolivianos a los argentinos por este capítulo.
En diplomacia son escasos los cambios dramáticos, decía Lord Salisbury; los progresos son microscópicos y suceden. Algunos, equivocadamente, podrían ver en estos hechos teorías conspirativas en contra de Chile, omitiendo que con el terremoto surgieron importantes gestos de solidaridad de los vecinos con Chile: Alan García y Cristina Fernández viajaron inmediatamente a Santiago para expresar su apoyo. Más adelante, Fernández y García volvieron, y junto a Evo Morales participaron en la transmisión del mando y reiteraron su interés por estrechar los lazos con el gobierno de Piñera. Recientemente, el Presidente Morales ha señalado que a Chile hay que darle su tiempo para abordar la reclamación marítima boliviana, porque su prioridad es la reconstrucción.
Chile debe sumarse a esta renovada búsqueda de fraternidad en el Cono Sur. Puede hacerlo con cautela, asumiendo el riesgo de que cualquier día el canciller Choquehuanca contradiga los dichos de Evo Morales e inicie una ofensiva en nuestra contra; considerando que la Cancillería peruana podría fabricar algún incidente en nuestras relaciones, y Cristina Fernández retornar a los nacionalismos propios de la política exterior de los Kirchner.
El cambio de gobierno en Chile permite reemplazar sin demoras a los embajadores en Lima y Buenos Aires, al igual como se hizo con el nuevo Cónsul en La Paz, enviando a los mejores profesionales de la diplomacia para que desplieguen una acción sostenida, discreta y cautelosa, y no quedar al margen de los entendimientos vecinales.
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