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martes, 2 de septiembre de 2008

¿Nos hemos acobardado que no reaccionamos?



¿Nos hemos acobardado que no reaccionamos?


Nos hemos achanchado, solo vivimos para trabajar, consumir y tratar de pasarlo bien, aunque eso sea a expensas de nuestros valores y el precio lo paguemos con una brutal indiferencia sobre lo que sucede a nuestros hermanos chilenos.

Hay un grupo de privilegiados, los menos, que tienen la suerte de tener trabajos dignos y bien pagados, lo que les permite vivir con cierta tranquilidad y satisfacer todas sus necesidades de manera tranquila.

Existe un inmenso grupo de connacionales que deben subsistir con rentas inferiores a $200 mil, casi un 50% bastante menos, que escasamente les permite sobrevivir y llegan a fin de mes tratando de estirar el billete.

También esta el grupo, totalmente abandonado, de los desempleados, más de 600 mil personas, que deben conformarse con vivir de la caridad o de la limosna que de repente les da el Estado.

Esta situación, en la que unos pocos viven bien es absolutamente inaceptable, sobre todo en un país que se vanagloria de ingresos inmensos per capita y en que la Administración atesora, cual avaro, miles de millones.

La sola descripción de esta dolorosa situación en otros tiempos hubiera producido revueltas, coma la de la chaucha en el Gobierno de Ibáñez, hoy pasa sin que nadie reaccione ni se enfurezca por ello.

Es que los chilenos estamos acobardados, creemos que no, que es el resultado de políticas económicas que nos han llevado a un sobre endeudamiento que nos mantiene aterrorizados de perder la pega.

Instamos a nuestros compatriotas a no seguir aceptando las injusticias existentes, la corrupción que se ha apoderado del aparato Fiscal ni la incapacidad de quienes se han trepado al poder.

No les llamamos a hacer revoluciones, como las que predican los rojos, a quienes les encanta la sangre, les invitamos a protestar, en todos los lugares, hay que convertir todas las actividades en un campo de batalla de las ideas.

Pacíficamente, sin alterar el orden y sin odiosidades, podemos obligar a la sordera, selectiva, que padecen las Autoridades a escuchar la voz de un pueblo que está agobiado por la falta de oportunidades, las alzas y la falta de crecimiento.

No dejemos a otros las responsabilidades que tenemos por el futuro de nuestra nación ni los deberes que tenemos para con las generaciones de relevo, sin olvidar tampoco a nuestros viejos, lo que no hacemos en forma personal no podemos pedir que lo hagan otros.

La farra que se está pegando el oficialismo es pantagruélica, sin embargo a nosotros, los dueños de los recursos, es decir a los ciudadanos, ni siquiera nos llegan las migajas del fastuoso banquete que ellos se proporcionan.

Si no reclamamos por lo que consideramos justo, aprovechando todos los derechos que nos concede la Constitución y las Leyes, después no tendremos más derecho que a llorar por las oportunidades que hemos dejado pasar.

LA PROTESTA ES UN DERECHO-DEBER INELUDIBLE

AYER EN LA TARDE EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL DEMOSTRÓ QUE LA CONCERTACIÓN, AL IGUAL QUE ALLENDE, UTILIZA RESQUICIOS LEGALES EN SU INTENTO POR SOJUZGAR AL PAÍS.