Ya la enumeración de los asistentes a la reunión de emergencia de UNASUR, citada por la Presidente Ad Tempore Michelle Bachelet, presagiaba que se orquestaría un irrestricto e incondicional apoyo al Gobierno de Evo Morales en Bolivia.
Solo dos gobiernos no izquierdistas extremos asistieron, Colombia, representada por su Presidente, y Perú, que envió a su Canciller, contra la pandilla de ex terroristas que encabeza Hugo Chávez, Cristina Fernández y la propia Bachelet.
Apoyar a los Gobiernos constitucionales nos parece un deber, pero cerrar los ojos a las realidades totalitarias, como lo hicieron, sin escuchar a las otras partes en disputa, nos parece un simple acto de pirotecnia política destinada a afirmar a uno de los suyos.
Lo sucedido es algo muy similar a los procesos que se sigue a los participantes en los Gobiernos Militares, en que se mutila la verdad, solo se escucha los argumentos de una de las partes y las pruebas son una perfecta prevaricación.
La situación que afecta a Bolivia es el resultado previsible del acceso al poder de un sujeto con mentalidad totalitaria, muy similar a la de Fernández, Chávez o Bachelet, para el que el dialogo es la claudicación de los opositores.
Nosotros hubiéramos esperado un poco de mesura, los Gobiernos no son legítimos solo por haber sido electos y ratificados, la legitimidad la logran haciendo los cambios que se busca con respeto a la ciudadanía y no con imposiciones burdas.
Es cierto que Morales fue ratificado con una gran votación, al igual que los Prefectos Opositores, lo que en caso alguno implica que haya recibido la autorización para cambios Constitucionales que encuentran gran resistencia ciudadana.
El plan de Morales de centralizar el país, concentrando todo el poder en su persona, permitiendo su reelección infinita, no solo es cuestionable moralmente, es un intento por establecer una verdadera monarquía constitucional.
El lloriqueo presidencial, basado en meras suposiciones, de que se prepara un golpe cívico-prefectorial es una manipulación al Continente, pues mientras la oposición pide dialogo, el Presidente responde mandando soldados a matar.
Sin duda debe terminar esta crisis, pero la manera no es rociándola con combustible, como lo hizo UNASUR al apoyar irrestrictamente a un sujeto que no conoce el dialogo, esencia de la democracia, y que solo quiere imponer la receta chavista.
UNASUR nos decepciono, fue la concreción de otra agrupación de mandamases que solo aspiran a defender sus propias prerrogativas, a los que importan un soberano comino las vicisitudes que viven los pueblos que Gobiernan.
Solo dos gobiernos no izquierdistas extremos asistieron, Colombia, representada por su Presidente, y Perú, que envió a su Canciller, contra la pandilla de ex terroristas que encabeza Hugo Chávez, Cristina Fernández y la propia Bachelet.
Apoyar a los Gobiernos constitucionales nos parece un deber, pero cerrar los ojos a las realidades totalitarias, como lo hicieron, sin escuchar a las otras partes en disputa, nos parece un simple acto de pirotecnia política destinada a afirmar a uno de los suyos.
Lo sucedido es algo muy similar a los procesos que se sigue a los participantes en los Gobiernos Militares, en que se mutila la verdad, solo se escucha los argumentos de una de las partes y las pruebas son una perfecta prevaricación.
La situación que afecta a Bolivia es el resultado previsible del acceso al poder de un sujeto con mentalidad totalitaria, muy similar a la de Fernández, Chávez o Bachelet, para el que el dialogo es la claudicación de los opositores.
Nosotros hubiéramos esperado un poco de mesura, los Gobiernos no son legítimos solo por haber sido electos y ratificados, la legitimidad la logran haciendo los cambios que se busca con respeto a la ciudadanía y no con imposiciones burdas.
Es cierto que Morales fue ratificado con una gran votación, al igual que los Prefectos Opositores, lo que en caso alguno implica que haya recibido la autorización para cambios Constitucionales que encuentran gran resistencia ciudadana.
El plan de Morales de centralizar el país, concentrando todo el poder en su persona, permitiendo su reelección infinita, no solo es cuestionable moralmente, es un intento por establecer una verdadera monarquía constitucional.
El lloriqueo presidencial, basado en meras suposiciones, de que se prepara un golpe cívico-prefectorial es una manipulación al Continente, pues mientras la oposición pide dialogo, el Presidente responde mandando soldados a matar.
Sin duda debe terminar esta crisis, pero la manera no es rociándola con combustible, como lo hizo UNASUR al apoyar irrestrictamente a un sujeto que no conoce el dialogo, esencia de la democracia, y que solo quiere imponer la receta chavista.
UNASUR nos decepciono, fue la concreción de otra agrupación de mandamases que solo aspiran a defender sus propias prerrogativas, a los que importan un soberano comino las vicisitudes que viven los pueblos que Gobiernan.