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martes, 9 de agosto de 2011

Una senda estrecha, por Cristina Bitar.


Una senda estrecha,

por Cristina Bitar.

La encuesta CEP revela un fenómeno nuevo, como tantos otros que estamos enfrentando y viviendo en esta sociedad cambiante. Tenemos un país que se muestra razonablemente satisfecho en lo personal, pero crítico de la sociedad en la que vive y con el Gobierno. Hasta ahora bastaban las buenas cifras económicas, el crecimiento de los salarios o el bajo desempleo para asegurar un cierto apoyo en las encuestas para el gobernante. Lo desconcertante de la situación actual es que nunca habíamos tenido un bienestar como el que estamos viviendo hoy y que ninguno de los problemas actuales —el de la educación por de pronto— es consecuencia de decisiones o políticas implementadas por este gobierno. Si ha habido lucro en la educación universitaria, contraviniendo la ley, ha sido bajo los gobiernos de la Concertación.





La calidad de la educación pública es, en su mayoría, responsabilidad de la Concertación, que estuvo a cargo durante 20 años, y no del Presidente Piñera, que lleva un año y medio. Ahora, esto tampoco nos puede permitir engañarnos. El actual gobierno fue elegido sobre la promesa de mejorar todas aquellas cosas que la Concertación estaba haciendo mal y ésa es la principal tarea del Presidente. No obstante, es iluso pensar que va a poder hacerse cargo de todos los problemas en tan poco tiempo, sobre todo considerando que ha debido enfrentar grandes desafíos inesperados, como el terremoto. La tarea, entonces, requiere de un sentido de país por parte de gobierno y oposición, que se refleje en diálogo y cooperación. Las lamentables declaraciones del senador Frei en Argentina son una clara expresión de lo que el país rechaza de nuestra clase política.



Siendo honestos, es imposible no sentir simpatía por jóvenes que demandan mejor educación, pero el Gobierno ha tratado de hacer propuestas que todos los especialistas coinciden en señalar como un avance que no se soñó en los últimos veinte años. Puede que estas propuestas no satisfagan los planteamientos de los estudiantes, pero, ¿es sensato rechazarlo todo de plano y en un par de días, como han hecho con la última propuesta? ¿No es ni siquiera posible de considerarlo como un punto de partida para sentarse a una mesa de trabajo?



La baja aprobación, las marchas, los cacerolazos ponen al Gobierno en un momento delicado y con grandes desafíos. Necesita seguir dando señales y mostrar avances que le permitan recuperar un mayor grado de conciliación de la gente con el sistema político, reducir las desigualdades y recuperar la confianza. Pero eso no lo puede —y no lo debe— hacer solo. Se necesita de una oposición constructiva y que colabore en buscar soluciones.



La primera prioridad es encauzar las demandas educacionales y reestablecer el dialogo. Paralelamente, se debe avanzar en reformas políticas urgentes, como la inscripción automática y el voto voluntario, elección popular de Cores o primarias obligatorias y vinculantes. Esto, sin dejar de abordar las demás tareas en las que este gobierno ya se ha embarcado y prometido, como la reconstrucción, creación de empleos, agenda pro competitiva, entre otras.



Chile sigue teniendo grandes falencias. En muchos campos necesitamos dar saltos. Hoy es la educación, pero mañana pueden ser también la salud o nuevamente el transporte público. Lo importante es que abordemos todos estos desafíos con responsabilidad y unidad. No basta con sacar la billetera y resolver los problemas sobre la base de un gasto público desenfrenado. Ya hemos visto la experiencia de otros países, incluido Estados Unidos, que en épocas de crecimiento han incrementado su gasto público permanente destinado a prestaciones sociales, las cuales en épocas de crisis son muy difíciles de reducir, llevando a esas naciones a una espiral de déficit con pésimos resultados.



El camino parece ser una senda bastante estrecha de mayor eficiencia, mayor gasto y señales de justicia para un ciudadano ávido de cambios, pero también de reconocimiento de sus derechos. Yo creo que con una conducción clara y con una clase política a la altura de los desafíos es posible transitar por esa senda estrecha y ser exitosos.



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