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miércoles, 10 de agosto de 2011

Ernesto Silva Bafalluy, por Gonzalo Müller.


Ernesto Silva Bafalluy,

por Gonzalo Müller.



Pocas personas de las que se cruzan por la vida dejan huella. Una de ellas fue Ernesto Silva Bafalluy. Su camino siempre estuvo marcado por la influencia que tuvo en la vida de otros: primero, sus amigos; luego, sus compañeros en la tarea de emprender, y siempre, sus alumnos.



Hijo de su tiempo, nació con un profundo sentido del deber, tan ajeno a nuestra época, donde lo que priman son las exigencias. Este sentimiento lo inhabilitó de restarse a cualquier causa o esfuerzo que sintiera fuera en bien de Chile.



Quizás porque perteneció a esa generación que fue protagonista de sentar las bases del desarrollo de nuestro país, con su convicción por la libertad y confianza en las capacidades de las personas, siempre fue de frente y se jugó trabajando por los cambios que él consideró importantes para nuestro país. En esto fue capaz siempre de convocar a otros, de integrar, motivar y desarrollar sus proyectos con un liderazgo fuerte y marcado por un carácter apasionado, pero, al mismo tiempo, con la capacidad de entender al otro, e incorporar y valorar el aporte de cada uno.



Su testimonio e interés por lo público lo acompañaron toda su vida. Durante muchos años participó activamente del desarrollo y formación de la UDI, especialmente en las campañas presidenciales de Joaquín Lavín, con el convencimiento de que el destino de la política y de nuestro país debían ser motivo de preocupación y esfuerzo de todos. Si bien nunca ejerció roles de visible protagonismo, su presencia y trabajo al servicio de otros fueron un aporte importante en los exitosos resultados obtenidos con el tiempo.



Su labor como profesor de economía le permitió mantener un contacto cercano con muchas generaciones que pasaron por sus clases, transmitiéndoles su entusiasmo por el emprendimiento y la formación de profesionales, no con el fin de emplearse, sino con miras a generar empleo para Chile.



La Universidad del Desarrollo, primero en Concepción y luego en Santiago, es la depositaria de su labor de los últimos 21 años. A ella se entregó en cuerpo y alma como rector y como profesor, para llevarla a ser una de las mejores universidades al servicio del país, con un sello de excelencia y de responsabilidad por lo público. Su preocupación fue incorporar a este proyecto a los más variados actores del mundo académico, aportando miradas distintas, pero integradas en desarrollar este proyecto educativo de alto nivel de exigencia.



Su andar acelerado sólo se comprendía por la multiplicidad de sus tareas y preocupaciones, como académico, empresario y servidor público. En todas ellas quería mantener esa pasión por las cosas bien hechas, lo que le demandaba un gran esfuerzo por encontrar tiempo para realizarlas.



Me tocó conocerlo y compartir con él en distintos momentos y circunstancias, pero me quedo con su infinita capacidad de exigir lo mejor de cada uno, su incansable preocupación por los detalles, pero al mismo tiempo su capacidad para involucrarse en la vida de los que colaboraban con él, siempre atento a las necesidades y dificultades que los demás enfrentaban. Esa es la mezcla que explica el éxito en su vida.



Formador de grandes equipos humanos, siempre creyó en las personas y en su capacidad de salir adelante, desarrollarse y crecer. Esa confianza en el otro es la huella profunda que deja en todos los que lo conocieron.



Ernesto Silva Bafalluy, con su pasión por Chile y su amor por las cosas bien hechas, es un testimonio que marca y transforma, que convoca y emociona. Por eso duele su partida, porque era hijo de un tiempo de entrega y sacrificio que tanta falta nos hace.



1 comentario:

Jaime san apodaca dijo...

gonzalo muller, no podis ser más chupapico.