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miércoles, 3 de agosto de 2011

“No les tenemos temor a las diferencias...”, por Felipe Cubillos.


No les tenemos temor a las diferencias...”,

por Felipe Cubillos.



No les tenemos temor a las diferencias, sino que a las intransigencias, en cuanto nos hagan imposible avanzar”, es una de las frases con que el Ministro Felipe Bulnes le presenta al país su propuesta de pacto de la educación. Me parece que en esa frase se traduce la posición de un Gobierno que aspira precisamente a eso, Gobernar.



Se ha escrito que éste es un Gobierno sin ideas y que precisamente su baja en las encuestas obedecería a dicha escasez; pues bien, en la propuesta del Ministro hay ideas y, quizás lo más importante, voluntad de defenderlas. Cuando votamos a un Gobierno en una elección democrática, no votamos por un árbitro: votamos por un liderazgo, por un ideario, y más allá de encuestas puntuales, lo que le pedimos es que cumpla su programa. Que no lo haga, confunde. Simplemente confunde.



Es de noche y escribo desde un bus camino a Vilcún, Región de la Araucanía, donde inauguramos hoy una linda escuela en el sector de Vega Redonda, donde 224 niños mapuches van a poder tener una educación de calidad, como se lo merecen. Se lo debemos a varios donantes, entre ellos principalmente Minera Las Cenizas, Frontel y Desafío Levantemos Chile. Quizás por eso nos llegan las palabras del Ministro Bulnes cuando nos habla de una preocupación expresa por los pueblos originarios.



En el documento del Ministro se contemplan muchos temas relevantes; comentaré algunos.



Es una buena noticia que exista una propuesta integral, que contemple desde la educación de párvulos (aun cuando no hayan salido a las calles a protestar) hasta la universitaria. Creo que debemos apostar muchas más fichas a la educación parvularia y este documento contempla cobertura total bajo un itinerario predefinido. Para muchas madres, si no existe esa cobertura, su opción de trabajar es una quimera.



Creo también que este país está al debe en la educación técnica. Es cierto que el documento promete que ningún estudiante chileno se quedará sin educación superior por razones económicas, pero se hace urgente que los jóvenes que egresan de escuelas técnicas salgan preparados para el mundo del trabajo, y ello no está ocurriendo hoy.



Parece tener sentido terminar con la municipalización de la educación, pero que ello no signifique que se vuelva a concentrar en el poder central; el documento propone que las escuelas sean manejadas por instituciones descentralizadas. Hace algunos días, en un internado de niños pequeños, en el norte, una educadora de párvulos nos contaba que tenía un niño enfermo de diarrea y ese día correspondía darle porotos; ella sabía que no era la comida adecuada, pero también sabía que proponer una dieta especial significaba elevar una solicitud a Santiago. Seguramente, cuando se resolviera esa solicitud ese niño ya se habría mejorado, no por el cambio de dieta, sino que simplemente por el cariño de sus profesores.



Me llama la atención la declaración de principios que hace el documento acerca de que los padres y alumnos puedan elegir entre distintos modelos educativos; en especial, aplaude el emprendimiento privado en colegios, pero, a renglón seguido, prohíbe el lucro en la educación superior. No logro entender que se aplauda el emprendimiento en los colegios y se demonice en las universidades. Hubiese preferido que se sincerara la realidad (bastante hipócrita, por lo demás) y que sean los alumnos los que puedan elegir entre distintos modelos de universidades.



Me sorprende la creencia de que con más Subsecretarías y Superintendencias se van a resolver todos nuestros males. Me confieso un completo escéptico. Es más, lo encuentro peligroso, pues le damos la señal a la gente de que el Estado esta vez sí que se va a preocupar de la calidad de la educación. Voy a sostener mi punto de que no hay mejor Ministro de Educación que cada madre, cada padre, eligiendo libremente.


Donde la propuesta cae en un error profundo es en la pretensión de creer que el Estado es capaz de garantizar una educación de calidad y ese concepto elevarlo a nivel de garantía constitucional. O sea, los alumnos que saquen 400 puntos en la PSU y tengan 6,7 de promedio en sus colegios ahora podrán demandar al Estado de Chile.




Finalmente, hay propuestas interesantes respecto del costo y la forma de financiar la educación universitaria. Es rescatable la idea de flexibilizar las mallas curriculares y así bajar la cantidad de años en que nuestros jóvenes están en la universidad, pagando y sin poder empezar a trabajar. Por fin el Estado se da cuenta que estaba en sus manos bajar el costo de la educación superior.



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