Vigilar la frontera y regularizar la inmigración,
por Hernán Felipe Errázuriz.
Hay que cuidar nuestra frontera norte y regularizar la inmigración. En el norte convivimos con los dos países que son los mayores productores de cocaína. Por allí ingresan ilegalmente decenas de miles de indocumentados y algunos criminales. Hasta miles de ilegales de Colombia y Ecuador han descubierto esa vía descontrolada. Al sur de Arica fueron sorprendidos esta semana 17 peruanos ilegales ocultos en un camión. Su conductor sólo fue multado en 60 mil pesos por "transportar exceso de carga". No era aplicable el delito de tráfico de migrantes: habían traspasado sin ser detectados el control aduanero. Esa zona es la salida de miles de autos y camionetas robados en Chile y comercializados en el altiplano. El jefe de la policía boliviana tenía uno de esos vehículos: fue destituido este miércoles. Meses antes fue sorprendido en Arica el ex jefe de los servicios bolivianos para combatir a los narcotraficantes, en complicidad con los carteles de cocaína que usan esa frontera para el tránsito de drogas. Un par de años atrás, ingresó inadvertido al territorio nacional un transporte militar armado, con 20 soldados y un coronel peruano. No quedó más que darles salida libre por Chacalluta.
Faltan los medios para que los abnegados policías, aduaneros y marinos puedan controlar la frontera. Este cometido requiere cooperación entre los países vecinos. A todos interesa combatir el narcotráfico y velar por la seguridad en los poblados aledaños: allí se instala el crimen organizado, con miles de muertos, como está ocurriendo en las fronteras de México y de Centroamérica. Eso podría repetirse en Chile.
Junto con controlar la frontera y el ingreso de ilegales, es necesario definir una política migratoria. Los inmigrantes son un valioso aporte para el desarrollo nacional. El país los necesita para suplir sus deficiencias en capital humano, agravadas por nuestro estancamiento demográfico. De hecho se han duplicado en la última década y van en ascenso No hay que eludir esas realidades, con ventajas, pero también con riesgos si no funcionan los controles fronterizos y se carece de políticas migratorias. Lo primero, hay que contar con información útil, que no se tiene, sobre la situación migratoria en Chile. A la vez, se debe flexibilizar la contratación de extranjeros y otorgar -sin demoras de meses, como ocurre hoy- los permisos de residencia para trabajos lícitos. Igualmente importante es disponer de medios, que tampoco están disponibles, para promover la integración de los inmigrantes desde países vecinos y evitar que se aíslen en barrios, sean abusados o se rebelen, como se ha visto en Europa y Estados Unidos. Vigilar la frontera es ejercer soberanía y un medio indispensable para la correcta inmigración: parecería que no estamos cumpliendo debidamente ni una ni otra obligación.