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sábado, 7 de mayo de 2011

Divagaciones del Director, por Mario Montes.



Divagaciones del Director,

por Mario Montes.



Se ha tratado de pintar a los terroristas como luchadores democráticos por los derechos de los pueblos y como unos verdaderos patriotas que luchan por liberar a sus conciudadanos de las cadenas impuestas por las clases dominantes contra la población indefensa de la zona en la que ellos operan con sus acciones violentas.


Si eso fuera cierto intentarían, con los argumentos que usan para justificar sus criminales actos, convencer a los ciudadanos que les apoyen en su lucha en lugar de intentar imponer por la fuerza aquello que no han tenido argumentos suficiente para convencer a los presuntos beneficiarios de las bondades de sus planteamientos.


Para nosotros los terroristas, entre los que incluimos a sus círculos de protección y a los financistas, son desequilibrados mentales, con un claro complejo mesiánico, que fanatizados con ideas descabelladas o embrutecidos con doctrinas nefastas solo aspiran a reemplazar con sus personas a las castas dirigentes a las que envidian sus privilegios.


Son claramente totalitarios y autoritarios, una vez que logran imponerse establecen tiranías bestiales, como las que impulsó la fenecida Unión Soviética en Cuba y en distintos países de la Europa oriental, que retrasaron el progreso y sometieron a sus pueblos a un partido y a un Estado opnipotente dueño de las vidas y haciendas de sus súbditos.


No podemos entender de otra manera a gente que utiliza el terror para imponer cambios presuntamente beneficiosos, los que en la época moderna han cambiado de estrategia, como el socialismo del siglo 21 del bolivarianismo, que accediendo al poder con toda legalidad, como Chávez, sus acciones totalitarias les deslegitiman y transforman en tiranías.


Terrorismo, fanatismo y populismo los consideramos una peligrosa trilogía, que usa de esta troika de herramientas la que más le conviene según las circunstancias en que actúa, pero, con un idéntico resultado de limitar severamente las libertades ciudadanas y fortalecer el Estado para transformar a los pueblos en absolutamente dependientes.


Interesante es recordar que dos representantes de esta última forma de actuar, Hitler en la Alemania nazi y los bolcheviques en la Rusia comunista, llegaron al poder por la debilidad de los sistemas democráticos, uno ganando las elecciones y el otro por la traición de los mencheviques, para transportar a sus países a una inmensa desgracia al mundo al horror.