Como si ese “alguien” existiera,
por Felipe Cubillos.
Soy de aquellos que no les gustaría ver a nuestra querida Patagonia y a los bosques milenarios del sur cortados por una línea de transmisión eléctrica (¿existirá alguien que de verdad lo quiera?). Pero también soy de aquellos que no se cree el cuento de que esta línea se va a ver en las Torres del Paine (como lo muestra la publicidad de una organización ambientalista) o que la energía de HidroAysén se la van a consumir las mineras. Es que unas están a cientos de kilómetros al sur y las otras a cientos de km al norte de donde termina la línea.
Soy de aquellos que tampoco quieren a la costa chilena poblada de centrales termoeléctricas. También soy de aquellos que creen que, más temprano que tarde, vamos a necesitar mucha más energía. Hace rato dejé de creer que existían «expertos» capaces de predecir el futuro y mostrarnos con sesudos estudios que ello no es necesario. Simplemente no les creo, porque no les creo a los planificadores de las vidas de los hombres libres. Es más, de aquí a cinco años sueño con ver Santiago con aire limpio y con autos eléctricos en nuestras calles. ¿Se imaginan cuánta energía nueva vamos a necesitar? Sólo les diré que si eso ocurre, HidroAysén nos queda chica.
El problema de la energía, creo yo, es que estamos tratando de resolverlo desde arriba, desde la autoridad; o sea, desde la oferta. Por ejemplo, con la medida de que de aquí para adelante un 5% de nuestra matriz tendrá que provenir de energías no convencionales (de paso, condenamos a los más humildes a comprar energía más cara), o que se va a conformar una comisión de hombres buenos, de todos los colores políticos, para enfrentar el tema. Pronostico importantes papers, seminarios internacionales, horas y horas de comisiones, entrevistas, muchas presentaciones en 3D y finalmente pocos resultados concretos. Y, lo más grave, el tiempo transcurre inexorablemente y en contra nuestra y, sobre todo, de nuestros hijos.
Creo que el problema debe resolverse desde la demanda. Y propongo tres medidas urgentes.
Uno, que el Congreso saque ya la ley que permite vender los excedentes autoproducidos tanto por particulares como por empresas. Esa medida le entrega a la gente la decisión de instalar sus propias soluciones energéticas y los excedentes se inyectan al sistema central... Es que cuando veo a algunos de nuestros parlamentarios protestando en las calles, me pregunto por qué no sacan las leyes que necesitamos para solucionar en parte el problema. Entiendo que para eso los elegimos. Esa ley lleva demasiados años esperando. Y, ojo, el 55% del consumo del sistema interconectado central es residencial.
Dos, que cada uno de nosotros nos podamos inscribir y decidir que queremos energía de fuentes alternativas y que solemnemente nos comprometamos a comprarla a un precio mayor que el que pagamos hoy. Aquí las empresas tienen mucho que decir y debiéramos preferir a aquellas que también optan por ese tipo de energía. Seguramente, ellas libremente se agruparían bajo un sello que las distinga de las demás (Collahuasi acaba de anunciar una licitación de 20 megas para adquirir energía de fuentes alternativas). Aquí entra a actuar la autoridad, poniendo los precios que incentivarán a miles de emprendedores a buscar la solución al problema de energía chileno. Será la demanda que traccionará a la oferta. Y todos nosotros, responsablemente, más que salir a las calles a protestar y pedir que alguien nos solucione el problema (como si ese «alguien» existiera), tomaríamos la solución en nuestras manos.
Tres, que el Estado chileno haga muy eficiente el fondo de US$ 85 millones para incentivar el estudio y aplicación de energías alternativas, y eso permita que los miles de mentes brillantes que existen en nuestros país y el mundo, y que no tienen acceso a capital, puedan acceder a estos recursos que permitirán probar si efectivamente las algas, las olas, las mareas, los vientos, los magnetos, la jojoba, el sol, la fusión, Tesla, Stirling o qué sé yo, sirven para producir la energía del futuro.
Soy un convencido, una vez más, de que miles de voluntades pensando libremente cómo resolver sus problemas son más creativas que la más genial de las autoridades.
¿Qué tal si lo intentamos devolviéndole el poder a la gente? Y si no lo logramos, entonces los que nos dicen que HidroAysén es necesaria, y también las termoeléctricas, habrán tenido razón.
Al menos intentémoslo; necesitamos la energía de todos.
1 comentario:
Felicitaciones ....Dios quiera que los políticos lean ésta columna .
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