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jueves, 27 de agosto de 2009

Presidenta, no mujer del César....., por Gonzalo Rojas Sánchez.



Presidenta, no mujer del César.....,
por Gonzalo Rojas Sánchez.

Varias han sido las declaraciones de la Presidenta sobre su propio comportamiento en la actual campaña electoral. “No soy neutral”, es la síntesis de su planteamiento en esta materia. O sea, la Mandataria declara su toma de posición y, por supuesto (se trata de elecciones políticas, no de un jueguito de salón), confiesa así su ánimo de trabajar por los candidatos de su agrado.

Por cierto, esto no se lo cuenta a una amiga, una relajada tarde de domingo mientras toman tecito, sino que lo declara por los medios, con amplia publicidad y de modo reiterado. Y, más aún, actúa en consecuencia: viaja, inaugura, reinaugura, refuerza, intenta transmitir porcentajes de apoyo, vuelve a viajar… La señal que da con estas actividades es clara y está dirigida primero a sus más estrechos colaboradores: si la Presidenta entró en la campaña, su paraguas protector cobijará a todos los funcionarios de Gobierno (y a las pocas “todas” que van quedando), desde los ministros hasta los más sencillos servidores de cada comuna. Cuando la palabra suena, es porque piedras trae.

Y éste no es un tema referido solamente al uso de los autos oficiales, vinculado al casa a casa dentro o fuera de horarios de trabajo, o denunciado si se piden informaciones oficiales para ser utilizadas en campañas partidistas. Ni siquiera se trata del caso más grave y llamativo: esos miles de insólitos afiches del candidato Ortega de la DC por Renca, quien aparece junto a la Presidenta, sonrientes ambos, mientras ella luce la banda presidencial. ¿Foto genuina? ¿Montaje hecho por la candidatura Ortega? Da casi lo mismo, porque en uno u otro caso hay un espíritu claro: la Presidenta aparece en campaña y lo está en su condición de Mandataria. De igual modo lo están sus colaboradores, quienes tienen una buena excusa para olvidar el uso de su auto particular si ven a la sonriente Presidenta, terciada ella, promoviendo al joven candidato.

El problema es qué significa servir a todos, gobernar para todos, respetar a todos, porque para eso fue electa la candidata de la Concertación.

Algunos, con una mirada economicista y reductora, alegarán que la actividad presidencial y ministerial en campaña es grave, porque las autoridades son empleados de todos los chilenos, pero durante el período electoral se han propuesto trabajar sólo para algunos de sus empleadores.

Cierto, pero el problema más grave no es quién pone la plata, sino quién pone la ética. O, dicho de otra manera, lo más importante no es lo que los ciudadanos podríamos exigirles a nuestros gobernantes, sino cómo ellos mismos ven su papel al frente del Estado. Y lo que están demostrando hace casi 20 años —especialmente en estos espejos que son las elecciones— es el acentuado espíritu sectario que los guía. Si en muchas instancias se ha gobernado principalmente para el electorado de la Concertación, hay un momento —las elecciones— en que ese propósito nubla a todos los restantes.

Pero eso causa un gran daño a la política, a la democracia, al servicio público. Enfrentar la tarea gubernamental como cuestión de ética democrática o de ethos republicano —si citáramos a Lagos, el pretendido padre de los chilenos— es incompatible con el programado corte de cintas.

Porque si Rodrigo García Pinochet quisiera sacarse una foto con la Presidenta y su banda terciada…, ¿lo conseguiría? No, con toda seguridad.

Si Carlos Ominami quisiera sacarse una foto con la Presidenta y su banda terciada…, ¿lo conseguiría? Probablemente no.

Ahí, en esa misma negativa, quedaría de manifiesto que lo que Allende torpemente declaró, algunos lo practican con igual convicción: no son presidentes de todos los chilenos. Y en este caso, no es la mujer del César…