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miércoles, 5 de agosto de 2009

La Verdad tiene su Hora.

(Imagen, fragmento libro La Verdad tiene su Hora, del ex Presidente
Eduardo Frei Montalva)


La Verdad tiene su Hora.

Eduardo Frei Montalva, ex Presidente de la República, ex Presidente del Senado, hizo su primera campaña presidencial, el año 1958, bajo el eslogan de la Verdad Tiene su Hora, denunciando los mismos problemas que hoy afectan a los chilenos.

Frei Montalva, padre del ex Presidente, actual Senador y postulante oficialista, advertía, en el libro que dio origen al eslogan, afirmaba que todas las normas eran quebrantadas, que la gente veía al amiguismo como única forma de llegar al poder.

Han pasado ya 54 años desde que la Editorial del Pacifico publicara el texto de Frei, los problemas de los chilenos siguen siendo más o menos los mismos, agravados por la absoluta inseguridad y la irrupción de la corruptela.

Su partido, la democracia cristiana, ha abandonado todos sus valores fundacionales, cooperando conciente o inconscientemente a la destrucción de la familia, a la precarización de los más humildes y a destruir las bases de la nacionalidad.

Las bases de justicia, basadas en una educación para los tiempos modernos, en la salud como derecho elemental, un el trabajo como medio de desarrollo y en la vivienda como sustento de la vida familiar han sido completamente abandonadas.

La libre empresa, pilar fundamental de las libertades, ha sido reemplazada por una creciente marea estatista, la que sin duda, termina con las libertades individuales al convertir a los ciudadanos en dependientes del Gobierno de turno.

La asociación con los seguidores de Marx implica la abdicación de las ideas republicanas, la intención de mantener el poder por el poder nos señala el abandono de las teorías cristianas en las que nos dijeron basar sus actividades públicas.

Sus “sucesores” se han convertido en cómplices, cuándo no en autores del brutal saqueo a las arcas Fiscales, de la burla sangrienta que han realizado utilizando las necesidades populares con fines meramente electorales.

La revolución en libertad, esa que prometía que un nuevo sol de justicia alumbraría el país fue vilmente sustituida por afanes inmoderados de poder, sea este personal o grupal, e intenciones claramente totalitarias.

Los chilenos hemos sido engañados por los presuntos seguidores del falangismo freista, inclusive por su hijo, que sin duda han traicionado a los fundadores de este movimiento social cristiano y estafado a quienes creyeron en ellos.

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