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martes, 4 de agosto de 2009

No basta un gorro que diga entrenador.


La concertación naufraga.

A simple vista se puede constatar, por la emigración de líderes y militantes del conglomerado oficialista, que la concertación está desgastada, que ha perdido la mística, que se encuentra seriamente quebrantada, en una crisis que pocos dudan en calificar de terminal.

No en vano han sido 20 años de Gobiernos mediocres, en los que las mejores Administraciones son aquellas que administraron el “vuelo” con que dejó el país el Gobierno Militar, pero que con el correr del tiempo, y la mediocridad imperante, lograron disminuir a mínimos inaceptables.

Lo único que une, hoy en día, a la coalición Gobernante es el temor a perder el poder y el pánico que les produce la posibilidad de ser llevados a los Tribunales de Justicia por la corruptela que han inoculado en la administración o por la desidia con que han dejado que saqueen el país sus amigos.

El candidato a la Presidencia que han levantado, prepotente y de escasos valores, ha demostrado serias falencias, tanto en lo moral como en su capacidad de unir a sus huestes, para lo que no basta ponerse un gorro que indique que es el entrenador de un equipo en absoluta disgregación.

La apuesta freista, a descalificar a sus adversarios o a cobijarse en las faldas, el apoyo, de Michelle Bachelet tampoco les han dado los frutos esperados, la desesperación del oficialismo resulta evidente para cualesquier observador imparcial de lo que sucede en esa alianza.

Tampoco ha sido suficiente el “ofertón” que ha lanzado el postulante, que ahora trata de plantear soluciones, con aspecto de reales, absolutamente contrarios a lo que realizó los seis años en que ocupó La Moneda y muy distantes a los valores que condujeron a su partido al poder.

La candidatura de Frei no despega, un poco por las escasas dotes del aspirante, por su escasa simpatía, por la nula empatía con los electores, como por la falta de credibilidad ciudadana que han cosechado en estos cuatro periodos gubernamentales en los que han frustrado a la ciudadanía.

La concertación, dividida, casi atomizada, ya no es alternativa de solución a los problemas de Chile, pareciera que junto con la desaparición del ex Presidente Pinochet perdieron el único factor que les unía en las odiosidades y sus afanes de venganza contra los que evitaron la tiranía roja.