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sábado, 22 de agosto de 2009

“Mamá Doc”.


“Mamá Doc”.

Las actividades Presidenciales, nadie lo duda, son privativas de las aficiones, gustos o necesidades que fije quien ocupa la Primera Magistratura, pero, nadie puede pensar que los actos del Gobernante puedan apartarse de las Leyes, del proceder ético ni de una estética que de señales de decencia.

Nosotros creemos que la Mandatario, en el caso actual, tiene todo el derecho a recorrer el país, así como de practicar lo que hemos denominado como turismo Presidencial, lo que no implica que entre sus obligaciones deba asumir la Jefatura de conglomerados o la revitalización de campañas.

Creemos que las frecuentes salidas con el postulante Presidencial oficialista ofende las más elementales normas de equidad electoral, porque se pone los recursos del Estado en beneficio de un sector político, lo que además consideramos reñido con la ética publica y con la estética ciudadana.

Consideramos del caso recordar a la Gobernante que ella fue elegida para ser la Presidente de todos los chilenos, lo que estéticamente la inhabilita para tomar partido en los comicios electorales, así como a todos los funcionarios de su designación, y para solucionar los agobiantes problemas que afectan al pueblo.

Estéticamente nos parece impresentable que el ex Presidente, Eduardo Frei Ruiz Tagle, pretenda beneficiarse, arropándose en las faldas presidenciales, de la popularidad que ha obtenido la Mandatario por el hecho de haber cumplido sus obligaciones o haber publicitado lo bien que lo ha hecho.

Nadie le critica a la Gobernante que recorra el país, más aún, lo que nosotros le criticamos es hacerlo básicamente en periodos electorales e inaugurando cualesquier cosa, o prometiendo soluciones a problemas que no ha superado en su cuatrienio, dejando los costos para el próximo Gobierno.

No es el papel del Gobernante utilizar los dineros de los contribuyentes en mejorar su imagen personal, como evidentemente se ha hecho transformando a Bachelet en “Mamá Doc”, imagen paternalista como la que pretendía Duvalier en Haití, repartiendo migajas en forma de bonos.

Creemos, sinceramente, que los chilenos no necesitamos que el Estado nos de limosnas, lo que necesitamos son oportunidades de trabajo, con remuneraciones y condiciones laborales dignas, que nos permitan mantener decentemente y educar a nuestras familias.

El Gobierno, sin alterar el tamaño del Estado, que ya es suficientemente grande, tiene la obligación de propiciar las condiciones para el florecimiento de la economía que implique trabajo para todos, no solo los amigos del régimen, y condiciones de vida acorde a los tiempos modernos.