Comunismo disfrazado, lo que va de Fidel a Raúl.
Socialismo "realista"
Se acabó el igualitarismo en Cuba: así lo proclamó Raúl Castro en su primera intervención como Presidente ante el Parlamento. A cambio, dijo a los cubanos que deben esperar un socialismo "realista", cuya primera manifestación se verá en agosto, cuando se comience a pagar salarios según producción. Pero, 50 años después de tomar el poder, el PC no intenta enmendar rumbos. El anuncio comentado sólo demuestra el pragmatismo del actual gobernante, que enfrenta una de las peores coyunturas económicas de los últimos tiempos. Ese mismo pragmatismo lo llevó el viernes a disponer la entrega de tierras en usufructo a campesinos y personas jurídicas, para estimular la producción de alimentos.
El aumento de los precios de los alimentos y combustibles, la baja del precio del níquel, su mayor producto de exportación, y una merma considerable en las entradas por turismo pintan un oscuro panorama para el gobierno: alimentar al pueblo es hoy un asunto de "máxima seguridad nacional", como Raúl mismo lo ha admitido. Su prioridad no son los "cambios estructurales" de los que habló hace un año. Tampoco el "socialismo de mercado", al estilo chino o vietnamita, que muchos creyeron iba a imponer. La venta de celulares y computadores, y la autorización para alojar en hoteles antes reservados sólo a los extranjeros son medidas con más efecto emocional que concreto, y no se pueden considerar reformas, sino meros ajustes de sobrevivencia.
Raúl Castro no tiene el carisma de su hermano Fidel, pero sí la experiencia en administración y organización ganada en 49 años a cargo de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), a las que convirtió en eficaces gestoras de más de 300 empresas de los más variados rubros. Por eso, en su discurso, junto con pedir a los cubanos "orden, control y rigurosa exigencia", puso como ejemplo a las FAR, que hoy abastecen el 79 por ciento de las necesidades de alimentos.
Siendo así, ¿qué lo detiene para aplicar esa experiencia al resto del país? La mirada escrutadora del "Paciente en Jefe", de quien heredó gran parte de los inconvenientes y al cual no puede recriminar nada sin culparse a sí mismo. Hace cinco meses, cuando asumió como Presidente, Raúl Castro solicitó autorización al Parlamento para consultar a su hermano sobre "las decisiones de especial trascendencia para el futuro de la nación".
Raúl Castro no es un demócrata ni un reformista, pero esas "consultas" mantienen semiparalizado a su gobierno, a la espera de que sus medidas cuenten con el beneplácito del "Jefe de la Revolución", aquejado hace ya casi dos años de una grave enfermedad que sigue siendo "secreto de Estado".
Socialismo "realista"
Se acabó el igualitarismo en Cuba: así lo proclamó Raúl Castro en su primera intervención como Presidente ante el Parlamento. A cambio, dijo a los cubanos que deben esperar un socialismo "realista", cuya primera manifestación se verá en agosto, cuando se comience a pagar salarios según producción. Pero, 50 años después de tomar el poder, el PC no intenta enmendar rumbos. El anuncio comentado sólo demuestra el pragmatismo del actual gobernante, que enfrenta una de las peores coyunturas económicas de los últimos tiempos. Ese mismo pragmatismo lo llevó el viernes a disponer la entrega de tierras en usufructo a campesinos y personas jurídicas, para estimular la producción de alimentos.
El aumento de los precios de los alimentos y combustibles, la baja del precio del níquel, su mayor producto de exportación, y una merma considerable en las entradas por turismo pintan un oscuro panorama para el gobierno: alimentar al pueblo es hoy un asunto de "máxima seguridad nacional", como Raúl mismo lo ha admitido. Su prioridad no son los "cambios estructurales" de los que habló hace un año. Tampoco el "socialismo de mercado", al estilo chino o vietnamita, que muchos creyeron iba a imponer. La venta de celulares y computadores, y la autorización para alojar en hoteles antes reservados sólo a los extranjeros son medidas con más efecto emocional que concreto, y no se pueden considerar reformas, sino meros ajustes de sobrevivencia.
Raúl Castro no tiene el carisma de su hermano Fidel, pero sí la experiencia en administración y organización ganada en 49 años a cargo de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), a las que convirtió en eficaces gestoras de más de 300 empresas de los más variados rubros. Por eso, en su discurso, junto con pedir a los cubanos "orden, control y rigurosa exigencia", puso como ejemplo a las FAR, que hoy abastecen el 79 por ciento de las necesidades de alimentos.
Siendo así, ¿qué lo detiene para aplicar esa experiencia al resto del país? La mirada escrutadora del "Paciente en Jefe", de quien heredó gran parte de los inconvenientes y al cual no puede recriminar nada sin culparse a sí mismo. Hace cinco meses, cuando asumió como Presidente, Raúl Castro solicitó autorización al Parlamento para consultar a su hermano sobre "las decisiones de especial trascendencia para el futuro de la nación".
Raúl Castro no es un demócrata ni un reformista, pero esas "consultas" mantienen semiparalizado a su gobierno, a la espera de que sus medidas cuenten con el beneplácito del "Jefe de la Revolución", aquejado hace ya casi dos años de una grave enfermedad que sigue siendo "secreto de Estado".
Imagen tomada de : http://www.latinoforum.com/hispanic/government/la_voz_cubana_univision/