Sin duda uno de los soportes de la sociedad que ha sido más violentamente atacado por la coalición oficialista es el principio de “autoridad” de los demás, paralelamente se han aferrado con dientes y uñas al propio.
La autoridad de Carabineros fue erosionada quitando las herramientas para hacer su trabajo, a los padres se la arrebataron destruyendo la familia, a los profesores y directores de colegio, se les restó capacidad para sancionar.
Las reservas morales que conformaban las Fuerzas Armadas y la Iglesia, de todas las confesiones, fueron “minadas” al someterlas a una feroz campaña de desprestigio institucional.
La Constitución no siguió un camino más propicio, fue “demonizada” como autoritaria, antidemocrática y como un enclave de la “dictadura” de Pinochet, con lo que lograron “deslegitimarla”.
Nuestra historia, soporte de nuestras tradiciones y sentimientos, ha sido desfigurada por hábiles maniobras de falsificación, intentándose hasta arrebatar su honra a nuestros valerosos héroes.
Pero, llegada la hora de hacer cambios a la Carta Fundamental han tenido un especial “apego” a mantener el sistema presidencialista que congrega en las manos del Jefe de Estado casi todas las atribuciones.
Motivados por la constatación de esta situación es que hemos advertido, con bastante frecuencia sobre la “subversión” del lenguaje, pues hoy, cuando nos hablan de democracia, claramente se refieren a su situación de poder.
Es decir, sintetizando, han de-construido nuestra sociedad. Sin duda esta desconocida palabra merece una explicación, es un antónimo de construir, es la destrucción fría, deliberada y sistemática.
Cuándo alguien les acusa por su accionar, claramente opuesto a los programas de Gobierno que han ofrecido al pueblo, se descomponen y reaccionan apasionadamente en defensa del respeto que creen merecer.
El caso de la Ministro de Educación, que es muy similar al de la Gobernante y su Gabinete, es impactante, ellos pueden agredir y descalificar, pero cuando les aplican su propia receta casi se ponen a llorar, respondiendo con represión.
Nosotros pensamos que para que la Autoridad tenga respeto es imprescindible que esta sea “respetable”, pero además, que la ciudadanía no esté recibiendo una constante campaña de desvalorización.
¿Cómo se hacen respetables las Autoridades?, pareciera ser de Perogrullo, cumpliendo sus promesas, trabajando por el país de manera honesta y, sin duda, preocupándose de los problemas reales de la población.
La autoridad de Carabineros fue erosionada quitando las herramientas para hacer su trabajo, a los padres se la arrebataron destruyendo la familia, a los profesores y directores de colegio, se les restó capacidad para sancionar.
Las reservas morales que conformaban las Fuerzas Armadas y la Iglesia, de todas las confesiones, fueron “minadas” al someterlas a una feroz campaña de desprestigio institucional.
La Constitución no siguió un camino más propicio, fue “demonizada” como autoritaria, antidemocrática y como un enclave de la “dictadura” de Pinochet, con lo que lograron “deslegitimarla”.
Nuestra historia, soporte de nuestras tradiciones y sentimientos, ha sido desfigurada por hábiles maniobras de falsificación, intentándose hasta arrebatar su honra a nuestros valerosos héroes.
Pero, llegada la hora de hacer cambios a la Carta Fundamental han tenido un especial “apego” a mantener el sistema presidencialista que congrega en las manos del Jefe de Estado casi todas las atribuciones.
Motivados por la constatación de esta situación es que hemos advertido, con bastante frecuencia sobre la “subversión” del lenguaje, pues hoy, cuando nos hablan de democracia, claramente se refieren a su situación de poder.
Es decir, sintetizando, han de-construido nuestra sociedad. Sin duda esta desconocida palabra merece una explicación, es un antónimo de construir, es la destrucción fría, deliberada y sistemática.
Cuándo alguien les acusa por su accionar, claramente opuesto a los programas de Gobierno que han ofrecido al pueblo, se descomponen y reaccionan apasionadamente en defensa del respeto que creen merecer.
El caso de la Ministro de Educación, que es muy similar al de la Gobernante y su Gabinete, es impactante, ellos pueden agredir y descalificar, pero cuando les aplican su propia receta casi se ponen a llorar, respondiendo con represión.
Nosotros pensamos que para que la Autoridad tenga respeto es imprescindible que esta sea “respetable”, pero además, que la ciudadanía no esté recibiendo una constante campaña de desvalorización.
¿Cómo se hacen respetables las Autoridades?, pareciera ser de Perogrullo, cumpliendo sus promesas, trabajando por el país de manera honesta y, sin duda, preocupándose de los problemas reales de la población.