jueves, 12 de junio de 2008
Clase política da vergüenza.
Reiterativamente hemos insistido en la necesidad de dignificar a la política, para lo que hemos sostenido es necesario mejor la calidad de nuestros dirigentes y dotar a los ciudadanos de las herramientas necesarias para exigir el cumplimiento de las promesas electorales.
Así como se somete a los estudiantes a la Prueba de Selección Universitaria, PSU, creemos que los prospectos de políticos deben someterse a una prueba de conocimientos y aptitudes que nos permitan conocer las reales capacidades de los postulantes a dirigentes de la Nación.
Por otro lado consideramos indispensable, lo repetimos de manera majadera, que las promesas de los candidatos sean transformadas en exigibles, por la vía legal, y que su incumplimiento sea sancionado con la perdida de los cargos y con prisión por estafa a la credibilidad pública.
No es posible seguir manteniendo una “clase privilegiada” que con los fondos públicos se llena de beneficios, que no tiene ningún tipo de responsabilidades, no responde ante nadie, escasamente preparada, sin vocación de servicio público, mientras el resto de país solo ve “pasar” las bonanzas de que le hablan.
Aunque ellos planteen no serlo, son Empleados Públicos, porque sus remuneraciones salen del “tesoro” nacional, por lo que debieran estar sujetos, como todos los chilenos, a un contrato que estipule sus obligaciones y evalúe en forma independiente la productividad de estos funcionarios.
Ser Presidente, Ministro, o Parlamentario, entre otros cargos importantes, no implica un “titulo” de honorabilidad ni de capacidades, lamentablemente solo muestra un gran manejo de las variables políticas, ajenas a la gente, junto a una profesionalidad tremenda para el engaño.
Las “Autoridades” deben entender que son el espejo que refleja a un país, autoridades incapaces detienen el desarrollo, aumentan el desempleo, limitan la competitividad, provocan espirales inflacionarias, son un ejemplo negativo para el conjunto de la sociedad.
De no proceder a mejor la categoría, dándole seriedad, capacidad y responsabilidad, no podemos quejarnos del desinterés ciudadano por una actividad que siente que aporta poco y se lleva mucho. No en vano los grandes ganadores de las elecciones son la abstención y los no inscritos.
Hemos creado un abismo entre el país real, ese que conforman más de 16 millones de sufridos chilenos, paralelo a un mundo de granjerías y beneficios que solo están al alcance de esta nueva “politicocracia”, que deja de lado con mucha facilidad los intereses nacionales y populares.
Estamos incubando un estallido social de incalculables consecuencias, mientras la fiesta de los políticos sigue funcionando a toda orquesta, y que amenaza arrasar con toda la estructura institucional, además que de seguro causará heridas difíciles de restañar en el tiempo.
(Imagen: Montes de vacaciones)