Promocione esta página...

miércoles, 30 de junio de 2010

Bicentenario (I): colonia y emancipación , por Joaquín Fermandois.


Bicentenario (I): colonia y emancipación ,

por Joaquín Fermandois.


Chile no comenzó el 18 de septiembre de 1810; sólo que en ese momento nació la república. El día se proclamó como fiesta patria hacia la década de 1830, lo que no deja de ser arbitrario. Sólo que toda otra fecha sería una aberración comparada con ese instante cuando se cruza el Rubicón y la máxima autoridad nacional —la primera Junta de Gobierno— es elegida por los mismos criollos.

Si la república comenzó a nacer ese 18 de septiembre, la sociedad, es decir, lo constitutivo del “ser chileno”, había iniciado su estado embrionario el 12 de febrero de 1541, cuando don Pedro de Valdivia fundó Santiago. La fusión de los pueblos originarios con los españoles, y sus respectivas culturas o maneras de ser, crea esa realidad que llamamos “los chilenos”.

En lo que iba a ser Chile se produjo un fenómeno que tenía su analogía en la América de los españoles y portugueses. Décadas después comenzaba lo mismo en América del Norte, aunque con un distinto tipo de sociedad. Europa se volcaba al mundo.

Esto nos hace ver dos cosas. Primero, que la tragedia de las sociedades precolombinas se debió no sólo a la insensibilidad de los conquistadores, sino porque ellas no estaban preparadas para interactuar con poderes desconocidos. Como internacionalista, me interesa destacar nuestra condición en América Latina, porque muchas veces parece que ignoráramos porfiadamente el carácter del mundo, y este ayuno de “mundo” afectó a nuestro país en el siglo XX. Segundo, que nuestra vida está más vinculada al desarrollo global que lo que imaginamos. No había que esperar la llamada “globalización” para que fuéramos parte de un mismo mundo.

Asimismo, la emancipación que se abre en 1808 no era un fenómeno aislado. Y no fue el puro Napoleón que ocupó España el que arrojó la bola de nieve. Todos los imperios modernos se han descascarado, por las buenas o por las malas. Es la comunicación política que envuelve al mundo, que se percibía ya en el siglo XVIII, la que está en la base de esta situación. Además del caso español y portugués, están las colonias anglosajonas. En un ejemplo célebre —Estados Unidos—, se dio una guerra entre colonos y metrópolis; aunque parecido a nuestra situación, tuvo algo de “guerra civil”. En otras partes, como Canadá y Australia, hubo una evolución pacífica.

Existió una continuidad relativa al proceso americano. Se trata de los imperios europeos, creados en gran parte en el siglo XIX, que en Asia y África dieron mucho brillo al “exotismo” y que experimentaron la emancipación, razonable o dolorosa, después de la Segunda Guerra Mundial.

Son asombrosos los parecidos y las reproducciones con lo sucedido en América Latina. En América, las ideas políticas de la cultura española construyeron una parte de los argumentos de los patriotas (hay que decir que muchos “realistas” no eran menos “patriotas”); la otra parte de la arquitectura provino de las ideas políticas de la Ilustración y, un poco, de la tradición política anglosajona. Los líderes revolucionarios en Asia y África definieron sus objetivos políticos en el lenguaje ideológico del siglo XX, cuyas raíces últimas están en la Europa moderna. No fue una pretensión que haya nacido cual planta originaria. Al igual que con las emancipaciones de hace 200 años, su resultado no obedeció a un patrón único. Las sociedades confucianas, por ejemplo, pudieron incorporarse con más solidez a la modernidad política y social; la mayoría de África negra se debate en convulsiones que todavía no ven su fin, en analogía barbárica con muchos países de América hispana en el XIX. En resumidas cuentas, estamos todos en el mismo barco planetario.

sábado, 26 de junio de 2010

La verdad y la Justicia remedios infalibles, por Mario Montes.


La verdad y la Justicia remedios infalibles,
por Mario Montes.



“La llegada de la Concertación al poder en 1990 instaló una lógica de cacería hacia quienes estuvieron vinculados a violaciones a derechos humanos o que colaboraron con la dictadura”.

Adolfo Castillo, Historiador y cientista político,

Director Ejecutivo de Corporación Libertades Ciudadanas.



Pocas veces hemos visto una descripción más clara, habría que decir diáfana, de lo que ha sucedido en Chile después de haber entregado el poder por parte de los Militares, como lo establecía la Constitución Política de Chile, a quien obtuvo los votos necesarios para acceder al poder, que recibió en una encomiable ceremonia que nadie esperaba.



Se ha recurrido a todo, desde la injusticia a la falsedad, pasando, por cierto por la ilegalidad y porque no decirlo en la amoralidad para aplicar una inmoral venganza contra quienes debieron aventar de la Presidencia, a quienes pisotearon la Ley y la Constitución, reconstruyeron el país, y lo dotaron de una Institucionalidad permanente.



La igualdad ante la Ley simplemente fue abrogada, los derechos de los acusados sencillamente fueron invalidados, la presunción de inocencia fue obviada, la irretroactividad de las leyes olvidada, las Leyes vigentes llanamente enterradas para no favorecer al enemigo, el beneficio pro-reo simplemente fue abolido.



Nuestra historia, que muestra el porqué de la intervención Militar, que enseña el estado de destrucción y odiosidades que dejaron los tres fatídicos años de la unidad popular, fue groseramente manipulada a objeto de crear una imagen ficticia de brutalidad y ambiciones de poder que nunca existieron en las Fuerzas Armadas y de Orden.



Como resulta obvio de la sola revisión de los textos escolares que entrega el Ministerio de Educación, como lo ha hecho en los últimos dos decenios, se ha “divinizado” la imagen de Salvador Allende, el de-constructor de nuestra nacionalidad, satanizando a Pinochet y a quienes colaboraron con su Gobierno llegando hasta a la mezquindad de robarle sus obras.



Mientras Chile tenga un alma falsa, que ensalce lo execrable y demonice la verdad, único remedio para terminar con las odiosidades existentes en Chile desde los años 60 del siglo pasado, la posibilidad de lograr la unidad nacional no deja de ser una utopía bien intencionada, pero, sin las bases reales para su concreción.



Un Bicentenario sin verdadera Justicia puede transformarse en una muy bonita festividad llena de colorido y “alegría”, pero estará vacía porque le falta el espíritu nacional de los Padres de la Patria y señalaría la cobardía de un país que prefiere mirar para el lado, sin enfrentar la realidad, para seguir engañándose a sí mismo.



viernes, 25 de junio de 2010

La Concertación marcha atrás, por Sergio Melnick.


La Concertación marcha atrás,

por Sergio Melnick.

El ajedrez de las fuerzas políticas aún se mantiene más o menos igual. Los partidos están en proceso de recambio, pero es como el gatopardo: siguen mandando los mismos de siempre. Dejo a un lado los partidos de gobierno, ya que sus dirigentes ganaron la elección y es justo que se les premie continuando sus mandatos: RN ya ratificó a su entrenador, y la UDI hará lo mismo con Coloma. ChilePrimero, sin embargo, es un desaparecido en acción. De Flores y Schaulsohn casi no se escucha, y el presidente del partido es anónimo. Flores, de hecho, tomó una importante posición pública en el tema de la innovación, pero no se ha sabido de él. Es urgente, diría yo, que se pongan las pilas, para fortalecer la idea de la Coalición por el Cambio.


Lo realmente notable es lo que ocurre en el lado de los perdedores. La principal artífice de la derrota fue Bachelet y la quieren proponer para 2014. Se ve que aún no entienden el problema, como no lo entendieron con Frei candidato. Este último trata afanosamente de ganar protagonismo, pero es como si el “Titanic” tratara de volver a navegar. Bachelet tuvo popularidad, pero los datos de su mala gestión empiezan a emerger a borbotones incontenibles.


En el PPD, otra artífice de la derrota y de las malas tradiciones políticas será su nueva presidenta, en un extraño acuerdo con Auth y el girardismo. Es decir, siguen exactamente los mismos por los que se perdieron figuras emblemáticas como Schaulsohn y Flores. La única diferencia es que ahora no tienen el poder ni la maquinaria de favores disponibles. La cosa va a estar difícil para ellos.


En el PS, yo creo que será Andrade el vencedor. Es decir, sigue Escalona en gloria y majestad. Tampoco se han repuesto de la pérdida de figuras tan emblemáticas como ME-O, Arrate, Navarro: el PS seguirá tal cual, e igual de confundido, con un volcán interno que puede emerger en cualquier momento.


En el PRSD hay muy re poco dónde elegir. El aparato estatal les era muy fecundo en las áreas que controlaban, como Justicia y Gendarmería. Ahora hasta quizás les reformen las notarías y eso sí que duele. Con todo, aunque Gómez llevaba 20 años en el aparato estatal, es un personaje valioso e interesante, si bien sus ideas acotan más o menos con el año 50. La pugna histórica con el PDC se va a notar. No se quieren mucho que digamos.


En el PDC, Walker, creo yo, asumirá la testera, pero no es expresión alguna de renovación. Mientras tanto, Latorre vive sus últimos días de gloria, y fustiga al Gobierno como sea, tratando de ganar un protagonismo que ya no tiene. La DC lleva la procesión por dentro. Sus facciones internas son quizás irreconciliables. Perdió un millón de votos aliada con el socialismo. A veces parece que se hubiese olvidado de su apellido “cristiana”, probablemente su mejor activo: si algo le falta a nuestra sociedad es la espiritualidad.


El PRI ha ganado y perdido. El nombramiento de Zaldívar es una distinción, pero los descabeza del líder. No pasará nada por esos lares, salvo que, estimulados por una política regional verdadera y ambiciosa, den un paso formal al gobierno.


Por último, el PC, vivito y coleando. Feliz como lombriz con sus tres diputados. Tan malo no sería el binominal. El partido sigue manejado por Teillier y sus rígidas estructuras ideológicas. La democracia no es un tema que se maneje mucho allí. A todo evento, es un partido anacrónico, absolutamente pegado en el pasado, incluso anterior a los radicales. Debe ser el único del mundo que sigue defendiendo la dictadura cubana. No se les conoce una sola idea novedosa desde el año 1917. Por ende, no hay renovación posible en esa geografía.


Finalmente nos queda ME-O, lo único nuevo en liderazgos políticos. En el discurso, no parece darse cuenta de que fue derrotado, que ni siquiera pasó a la segunda vuelta, como garantizó. Entre sus padrinos, su principal mentor, Carlos Ominami, es la antítesis de la renovación, y los que eran transversales, como Fontaine y González, ya no están. Le quedan Trivelli y la Carola, pero no son muy renovados que digamos. La gran pregunta es si logrará las firmas para ser partido. Mi impresión actual es que no. Pero es el único personaje nuevo e interesante. De Navarro no vale la pena hablar.


Raya para la suma, como dice mi amigo Paulsen, todo sigue igual, con el agravante de que ahora son perdedores, y eso mella la credibilidad y la capacidad de acción. Sólo los mantiene unidos un frágil poder de veto en el Congreso, que no durará mucho.


jueves, 24 de junio de 2010

Hinzpeter, los intelectuales y Varas, por Gonzalo Rojas Sánchez.

Hinzpeter, los intelectuales y Varas,

por Gonzalo Rojas Sánchez.

Rodrigo Hinzpeter puede llegar a ser un muy buen ministro del Interior. Excelente, quizás. Pero también es posible que se termine frustrando una gestión de calidad —tan conveniente para el país— por su tendencia a proyectarse más allá del perfil del cargo. Porque Hinzpeter a veces se presenta como guardián de la verdad, y por eso sobrevalora su percepción de la realidad.

De ahí su reacción ante los comentarios de José Piñera; eso explica también que afirme que le molestan los intelectuales, o sea, justamente las personas más indicadas para mirar con perspectiva los acontecimientos del día a día.

“Matones” y “faunilla”, los ha llamado en una reciente entrevista. Quizás el ministro se encuentre influido por la reunión que el Presidente Piñera tuvo pocas semanas atrás con una docena de pensadores. Los relatos que han hecho algunos de los asistentes a ese encuentro dan cuenta de una evidente molestia presidencial —no exenta de ironías— hacia quienes el Primer Mandatario parece percibir como “personas que lo saben todo” y a quienes habría reprochado sus visiones críticas.

Pero Hinzpeter fue más lejos: junto con rechazar el supuesto matonaje intelectual, dudó hasta de los fundamentos de los pensadores, afirmando que “muchos intelectuales ni leen, pero no paran de opinar”.

Mala cosa ese rechazo a la crítica, y peor aún esa descalificación.

Sería interesante el siguiente ejercicio, con toda la publicidad del caso: que el ministro Hinzpeter pidiese una declaración jurada a los 20 o 30 intelectuales que él considera matones, respecto de los libros que han leído en los últimos 12 meses. Paralelamente, uno de los pensadores (Tironi o Navia, por ejemplo, ya que fueron invitados a la reunión presidencial) seleccionaría a 20 o 30 políticos (ministros, subsecretarios, senadores, diputados, alcaldes) para que hiciesen lo mismo.

Algo así como transparentar el patrimonio intelectual respecto de los últimos 12 meses.

¿Resultado? Victoria por goleada para la “faunilla” de intelectuales, justamente porque leen, y mucho, ya que están llamados a ofrecer nuevas perspectivas sobre la realidad a partir de sus lecturas y de su pensamiento. Por eso mismo, ¿le conviene a un gobierno democrático desprestigiar esa tarea? ¿Es prudente y sensato calificarla como matonaje, simplemente porque no toca monótonas vuvuzelas a coro?

Quizás ese desprecio por la tarea intelectual explica por qué el ministro Hinzpeter, además, ha aventurado compararse con Antonio Varas. Ante todo, un poco de sentido de las proporciones: Varas fue ministro de Montt más de dos mil 200 días, mientras que el actual jefe de gabinete acaba de cumplir los 100.

Pero, más en el fondo, el error de Hinzpeter ha consistido en sugerir que se puede proyectar su propia dupla con el Presidente Piñera al modo de la relación Montt-Varas. Cuidado: Montt prescindió de Varas durante gran parte de su segunda administración y, además, fue justamente la intención monttista de proyectar a Varas, al final de su segundo período, una de las razones del gran conflicto civil de 1859 (eso enseñan los historiadores, quizás descalificados por pertenecer a la faunilla).

Y falta más. El ministro Hinzpeter ha afirmado que su vida personal es conservadora, pero que lo importante no es lo que los funcionarios hacen en sus vidas privadas, sino las políticas públicas que implementan, por lo que concluye que el gobierno actual no es ni será conservador.

No se entiende nada. ¿Qué sentido puede tener creer que lo que es bueno para uno es justamente lo contrario de lo que les conviene a los demás?

Montt y Varas —los de verdad— se estarían tomando la cabeza a dos manos.