Circule con precaución: policías delinquiendo, por Fernando Villegas.
"Estoy en la comisaría... El de la farmacia no tiene alarma… José me dijo que tenía plata… Salís tú y el Rivas, en carros diferentes". Así hablaba unos de los cinco carabineros detenidos por robo de cajeros.
-Estoy en la comisaría... El de la farmacia no tiene alarma… José me dijo que tenía plata… Salís tú y el Rivas, en carros diferentes…
Así hablaba -transcripción textual- preparando un atraco uno de los cinco carabineros que ya fueron sorprendidos, arrestados y sometidos a proceso por el delito de complicidad en robos de cajeros automáticos y otras tropelías. Los pillaron por su tráfico telefónico. Los diálogos los sostenían con un burdo código que no deja lugar a la duda. Hablan de la "cancha" que en la noche se queda vacía, de tirarse "como perros "a la cancha", de "palos" y "goles" refiriéndose a los millones por repartirse; las "canchas" son los cajeros que iban a atracar sus cómplices. En breve, un lenguaje cuma, de ladrones picantes, espetado en celulares desde dentro de sus patrullas, desde sus propias comisarías o hasta ayudando a cruzar la calle a una anciana. ….
Esos cinco no son los únicos; a lo largo de los últimos años un ininterrumpido caudal de uniformados -sino chorrera, al menos gotera- han estado cayendo por similar delito de complicidad con delincuentes, normalmente entregando información a cambio de dinero para facilitar la comisión de ilícitos y/o para permitir a los hechores huir de la acción de la policía. Ha habido casos, también, de participación "ejecutiva". La policía civil no ha estado al margen del fenómeno y no pocos son los funcionarios de la PDI dados de baja, procesados y condenados. También ha ocurrido en Gendarmería.
Cuando suceden esas desgracias cívicas, dos pensamientos consoladores suelen venirse a la cabeza: el primero es que esas instituciones han actuado con fuerza y en ningún caso ocultado los hechos; el segundo es que cinco, 10 ó 20 casos sólo representan el 0,0001 ó 0,0002% de la fuerza. En breve, una o dos o cinco o 10 milésimas del personal sumado de Carabineros, Gendarmería y de la PDI. Es precisamente lo que las autoridades civiles y las de las policías afirman cada vez que esto ocurre; las instituciones, nos dicen, están sanas puesto que detectan y sancionan a los malos elementos y en todo caso los funcionarios honestos y decentes constituyen el 99,9999% de la nómina.
Eutroficación
¿Ha oído o leído usted antes esta palabra, "eutroficación"? Si no lo ha hecho, de seguro ha visto su efecto: le pasa a la piscina cuyas aguas se ponen verdes. Ocurre cuando la materia orgánica descomponiéndose en su superficie no ha sido compensada con la necesaria oxigenación o el uso de cloro. Y se llena de algas. Lo más dramático del proceso es su velocidad. No opera en una simple progresión aritmética del tipo 1, 2, 3, 4, 5, etc., sino exponencial, como una serie 2,4,16, 256, etc. Una mañana usted ve su piscina con un "leve" tono verde y en la tarde ya está color esmeralda, espesa como la de un pantano y oliendo como tal.
Lo mismo sucede con la corrupción; un día hay unos cuantos casos, al año siguiente son un par de docenas, al subsiguiente varios cientos y al final la institución entera está pringada de arriba abajo. Puede ocurrir en un cuerpo policial, un servicio civil, en una denominación religiosa, en una organización deportiva, en cualquier parte. La corrupción puede tomar la forma de dinero ilícito, tráfico de influencias, actos carnales indebidos, pago de favores o todas o varias de esas cosas juntas. Y no hay grupos vacunados de antemano ni aun con la más estricta selección y formación del personal. La virtud es de difícil contagio porque va contra casi todos nuestros impulsos, mientras el vicio tiene a su favor el deseo, la ambición y la codicia, todos rasgos connaturales a la especie humana.
Hay, además, otra alarmante consideración que debemos hacernos: el problema puede ser mucho más profundo porque el número de funcionarios sorprendidos y procesados NO NECESARIAMENTE coincide con el total de funcionarios comprometidos con esas actividades. ¿Cuántos más hay, aún no descubiertos? ¿Cuál es la proporción entre los pillados y los que hasta ahora pasan piola? ¿Uno a cinco? ¿Uno a 10?
¿Uno a….?
Podredumbre y sanciones
Nada de todo esto es tan insólito. La tentación crece a todo caballo y el estímulo por agarrar corre a todo chancho. Tanto es así que ya hay hasta "alianzas estratégicas" entre bandidos a tiempo completo y poblaciones enteras. En cuanto a los ciudadanos normales, si se les da la oportunidad -recuerden el caso de los pillajes masivos en Concepción- asaltan en patota los supermercados. Otrosí: en cada oficina de Chile se "pierde" el celular dejado en la mesa apenas dejamos de mirarlo. Todo esto va tan rápido como la podredumbre del agua en esa piscina. ¿Cómo podrían, los cuerpos policiales, estar al margen de esta putrefacción? Ganan poco y están en contacto con delincuentes que sin apenas hacer esfuerzo tienen ingresos 10 o cien veces superiores. No sólo eso: si se ponen rudos con los chicos malos, he ahí que llegan las antorchas ambulantes del progresismo y los derechos de la humanidad -abundan mucho en la prensa- a declamar que ha sido usada "fuerza excesiva".
Es milagroso que con todo eso los pacos no renuncien en masa y nos dejen en pelotas, a la intemperie, a merced de los flaites. No sólo eso, sino además estas instituciones policiales sometidas a tantos agravios y presiones muy probablemente sufran MUCHO MENOS descomposición que -me atrevo a pensar- casi cualquier otra repartición pública civil, donde las formas de violar la ley, de robar o saquear, pueden ser no tan evidentes como un simple asalto, están sometidas a pocos controles, se disfrazan de legalidad o desvanecen en los vericuetos de la burocracia.
Lástima que no es con cronistas escribiendo columnas ni generales haciendo discursos desde el púlpito de sus cargos que disminuirá este cáncer. Propongo, en cambio, el uso masivo e intensivo del garrote. La base de la moral es el castigo o más bien la alta probabilidad de sufrirlo. Propongo, además, no reclutar al voleo cabritos más chicos y enclenques que los jugadores de fútbol y sacados no se sabe de dónde. Esto de "aumentar la dotación" a carretadas es mala política. Más vale uno bueno que dos maluendas.
Nota de la Redacción:
Reproducimos esta columna de Fernando Villegas, publicada en Diario La Tercera de ayer, porque consideramos que lo que está sucediendo en la Policía uniformada es el resultado inevitable de la politización grotesca que la concertación introdujo en la noble institutución verde que tanto cariño tiene entre los chilenos.
Directores nombrados por influencias políticas, como el General Alberto Temistocles Cienfuegos, sin, en nuyestra modesta manera de ver, los responsables de haber permitido que la corruptela, con que la concertación inoculó al país, haya entrado en la noble y sacrificada casa de nuestra Policía uniformada.
Excelente nos parece la determinación del actual Director General de Carabineros, Eduardo Gordon, en su órden de revisar la hoja de vida de todos los funcionarios de la institución, porque, concordamos con el es la fórmula para evitar la repetición de estos funestos episodios.