Promocione esta página...

jueves, 24 de junio de 2010

Hinzpeter, los intelectuales y Varas, por Gonzalo Rojas Sánchez.

Hinzpeter, los intelectuales y Varas,

por Gonzalo Rojas Sánchez.

Rodrigo Hinzpeter puede llegar a ser un muy buen ministro del Interior. Excelente, quizás. Pero también es posible que se termine frustrando una gestión de calidad —tan conveniente para el país— por su tendencia a proyectarse más allá del perfil del cargo. Porque Hinzpeter a veces se presenta como guardián de la verdad, y por eso sobrevalora su percepción de la realidad.

De ahí su reacción ante los comentarios de José Piñera; eso explica también que afirme que le molestan los intelectuales, o sea, justamente las personas más indicadas para mirar con perspectiva los acontecimientos del día a día.

“Matones” y “faunilla”, los ha llamado en una reciente entrevista. Quizás el ministro se encuentre influido por la reunión que el Presidente Piñera tuvo pocas semanas atrás con una docena de pensadores. Los relatos que han hecho algunos de los asistentes a ese encuentro dan cuenta de una evidente molestia presidencial —no exenta de ironías— hacia quienes el Primer Mandatario parece percibir como “personas que lo saben todo” y a quienes habría reprochado sus visiones críticas.

Pero Hinzpeter fue más lejos: junto con rechazar el supuesto matonaje intelectual, dudó hasta de los fundamentos de los pensadores, afirmando que “muchos intelectuales ni leen, pero no paran de opinar”.

Mala cosa ese rechazo a la crítica, y peor aún esa descalificación.

Sería interesante el siguiente ejercicio, con toda la publicidad del caso: que el ministro Hinzpeter pidiese una declaración jurada a los 20 o 30 intelectuales que él considera matones, respecto de los libros que han leído en los últimos 12 meses. Paralelamente, uno de los pensadores (Tironi o Navia, por ejemplo, ya que fueron invitados a la reunión presidencial) seleccionaría a 20 o 30 políticos (ministros, subsecretarios, senadores, diputados, alcaldes) para que hiciesen lo mismo.

Algo así como transparentar el patrimonio intelectual respecto de los últimos 12 meses.

¿Resultado? Victoria por goleada para la “faunilla” de intelectuales, justamente porque leen, y mucho, ya que están llamados a ofrecer nuevas perspectivas sobre la realidad a partir de sus lecturas y de su pensamiento. Por eso mismo, ¿le conviene a un gobierno democrático desprestigiar esa tarea? ¿Es prudente y sensato calificarla como matonaje, simplemente porque no toca monótonas vuvuzelas a coro?

Quizás ese desprecio por la tarea intelectual explica por qué el ministro Hinzpeter, además, ha aventurado compararse con Antonio Varas. Ante todo, un poco de sentido de las proporciones: Varas fue ministro de Montt más de dos mil 200 días, mientras que el actual jefe de gabinete acaba de cumplir los 100.

Pero, más en el fondo, el error de Hinzpeter ha consistido en sugerir que se puede proyectar su propia dupla con el Presidente Piñera al modo de la relación Montt-Varas. Cuidado: Montt prescindió de Varas durante gran parte de su segunda administración y, además, fue justamente la intención monttista de proyectar a Varas, al final de su segundo período, una de las razones del gran conflicto civil de 1859 (eso enseñan los historiadores, quizás descalificados por pertenecer a la faunilla).

Y falta más. El ministro Hinzpeter ha afirmado que su vida personal es conservadora, pero que lo importante no es lo que los funcionarios hacen en sus vidas privadas, sino las políticas públicas que implementan, por lo que concluye que el gobierno actual no es ni será conservador.

No se entiende nada. ¿Qué sentido puede tener creer que lo que es bueno para uno es justamente lo contrario de lo que les conviene a los demás?

Montt y Varas —los de verdad— se estarían tomando la cabeza a dos manos.