Promocione esta página...

jueves, 3 de junio de 2010

¿Los senderos que se bifurcan en la Concertación?, por Carlos Correa.

¿Los senderos que se bifurcan en la Concertación?,

por Carlos Correa.

Parece una adivinanza la declaración de partido opositor que hizo la junta nacional de la DC. En el mismo año de la segunda vuelta electoral entre un candidato DC y el actual Presidente de la República, suena tautológica la declaración opositora de dicho partido. Borges decía que la solución de los acertijos es la palabra que no se menciona, por lo que es razonable pensar que estuvo en al aire otra posibilidad, o porque había algún riesgo de que la cercanía con el gobierno se convirtiera en un tema de campaña interna. ¿Hasta tal punto puede haber llegado la crisis de la otrora coalición de gobierno, que el partido del último candidato tuviera en discusión abandonarla?

Se usa, hasta por sus militantes, hablar de que la Concertación está en crisis. Han surgido tesis de una coalición opositora dormida, con falta de democracia interna y sin mirada de futuro, canalizadas gráficamente en la ingeniosa portada del The Clinic, que muestra a sus líderes atrapados en una isla llena de enigmas que no son capaces de resolver y ni siquiera de entender.

Aunque es normal la poca simpatía que declaran los ciudadanos hacia cualquier coalición política, y en especial a una que acaba de ser derrotada y acusada de todos los males —entre los que se encuentran primarias truchas, vetos y manejos raros—, la propia Concertación pareciera ahondar en el tema, continuando con la agonía de la campaña y las viejas prácticas antidemocráticas que la llevaron a la derrota. Pero ahora peor, pues se contrasta con un gobierno que trabaja 24 horas en dar soluciones a los efectos del quinto terremoto más fuerte de la historia. Casi podrían encontrar muchos la razón a las duras palabras que les propinó la vocera de gobierno por el sólo hecho de ejercer su rol opositor. Mientras el Presidente y sus chaquetas rojas no duermen buscando soluciones para reconstruir el país, la oposición pareciera mirarse el ombligo, pelea por nimiedades a vista del foro público y se niega a darle el gobierno los votos para esa reconstrucción.

¿Realmente la Concertación se encuentra en estado de crisis terminal y tan perdida? Desde el punto de vista político y tomando en cuenta el rol que juegan los partidos de disminuir las asimetrías de información entre los políticos y la ciudadanía que los elige, el colapso de un pacto que tiene mayoría en el Senado y casi la mitad de la Cámara sería también una crisis profunda en nuestra democracia.

La verdad es que la evidencia indica otra cosa. La Concertación ha sido capaz de conformar un acuerdo de gobierno en el Senado y ante los proyectos que ha presentado el gobierno ha tenido una posición única. Hasta ahora no se han registrado indisciplinas en la votación. En el emblemático proyecto de las donaciones logró que el Gobierno hiciera una reforma fundamental al eliminar la retroactividad y es probable que el proyecto de los impuestos deba ser negociado, como corresponde en una democracia y como han sido siempre en Chile los cambios tributarios. Las disputas de los partidos de oposición que aparecen en los medios corresponden a la normalidad en procesos eleccionarios internos. Por cierto, también están en los partidos de gobierno, con la misma fuerza y acidez entre los distintos candidatos. Basta ver los duros juicios que se emiten contra el actual presidente de RN o las condiciones en que se da la repostulación del senador Coloma en la UDI. Será un hecho que, al terminar los procesos eleccionarios, surjan desde el Parlamento y los partidos políticos otros liderazgos más allá de los ex mandatarios, y propuestas más representativas de lo que culturalmente ha sido la Concertación en estos años. Así, lo que parece hoy un laberinto que se bifurca una y otra vez, dejará de serlo. Es cierto que el Gobierno aparece mucho más sólido pues tiene en la última encuesta Adimark un 55% de apoyo al Presidente y un 58% que aprueba su gestión de ayuda a los afectados por el terremoto, lo que, dadas las circunstancias excepcionales, es razonable y hasta deseable que así sea. Pero aun con la necesidad de un Presidente bien valorado en la solución de la emergencia, sólo la democracia es completa cuando la oposición es fuerte y clara.