Insistimos: no hemos aprendido nada.
La clase política nacional nos sigue demostrando no haber entendido nada de lo sucedido en nuestro pasado reciente y siguen sembrando divisiones con una aparente indiferencia, más allá del discurso, por los problemas que afectan realmente a los chilenos.
En el centro sur los problemas son inmensos, sobre todo para aquellos que han perdido algún familiar, para quienes a quienes la naturaleza les arrebato los sueños de toda la vida o para esos, miles, que han perdido su trabajo y por ende el sustento.
Pareciera que el drama que viven los chilenos no importan mayormente, de otra manera no se puede entender las zancadillas con las que algunos pretenden recuperar el poder, aunque sea a costa de no dejar Gobernar a quienes el pueblo eligió.
Las amenazas de frenar proyectos si no se les da en el gusto en los nombramientos, las vocingleras críticas de falta de programa de reconstrucción, las inéditas acusaciones por la lentitud o la permanente diatriba contra el Mandatario no prestigian precisamente a la política.
No cabe en mentes racionales el obstruccionismo desatado por la actual oposición, que a 31 días del cambio de mando demanda del nuevo Gobernante lo que ellos no fueron capaces de realizar en los 20 años que Gobernaron.
El papel de una oposición sana es proponer y fiscalizar, lamentablemente en propuestas están muy escasos y difícilmente pueden cumplir con la fiscalización desde el momento en que tenazmente se han opuesto a realizar este trabajo.
El pueblo de Chile, al que creemos interpretar, no quiere un cogobierno entre la concertación y la coalición, lo que necesitamos es tener políticos serios, que entiendan las dificultades que vive el pueblo y cumplan sus funciones específicas.
Creemos que ya basta de discursos grandilocuentes, de frases hechas y de utilizar, en un intento por sacarles provecho político, las necesidades de los más humildes, a los que ellos mismos han defraudado permanentemente.
Desde las bancadas concertacionistas se vislumbra la vieja teoría bélica que indica que la mejor defensa es el ataque, así mantienen ocupado al adversario y logran que sus trapisondas queden en el baúl de los recuerdos.
Debemos aprender a respetar las ideas de los demás, a respetar la voluntad popular y por sobre todo nunca olvidar que quienes están en la vereda del frente son solo adversarios y nunca, pero nunca a considerarlos como enemigos.