Impuestos: ¿ideología o problema técnico?,
por Sergio Melnick.
La Concertación sigue sin explicarnos qué pasó con los US$ 30 mil millones que se suponían ahorrados tan tenazmente por Bachelet. No hay ni la mitad, quizás un tercio. Seguimos esperando al Gobierno, justo ahora con las pérdidas del terremoto. El Gobierno estima que son US$ 30 mil millones, de los cuales unos 8 mil son caída de producto, es decir, no se necesitan financiar. De lo que resta, hay unos 5 mil millones en seguros comprometidos. De lo que queda, probablemente la mitad es privado, la mitad público. Por ello, lo que hay que financiar es alrededor de US$ 9 mil millones, por una vez, y que se debe hacer en el correr de los años.
¿Amerita esta cantidad un cambio tributario inmediato y por ende poco reflexivo? La respuesta más prudente es no. Se pueden usar US$ 4 mil millones o más ahorro, hay capacidad de endeudamiento por US$ 5 mil millones más sin problema, hay mejoras de eficiencia en el gasto público que Piñera estimó del 5%, es decir US$ 2,5 mil millones por año, hay posibilidad de hacer concesiones por varios miles más, hay un precio del cobre que es 50% superior al del presupuesto, que da otros miles más, y hay una estimación de crecimiento de la economía superior a los últimos 10 años de la Concertación. Adicionalmente, el fisco tiene activos claramente prescindibles, sin considerar empresas emblemáticas. Es decir, es fácil lograr US$ 10 mil millones o mucho más.
Finalmente, Bachelet aumentó el 2009 en US$ 5 ó 6 mil millones el gasto por la crisis, la que ya se fue. Lo razonable era volver al nivel de 2008 y de ahí avanzar. Pero no es así: el presupuesto 2010 considera un aumento sobre el de 2009. Eso quiere decir que se pueden redireccionar perfectamente los gastos de la crisis al terremoto.
Jovino Novoa señaló que podemos financiar holgadamente este gasto, por una vez. Esta postura técnica de no subir los impuestos ha sido planteada por Büchi, Donoso, Valente, Luis Felipe Lagos y otros, pero fue rápidamente descalificada como la de economistas añejos. Como el vino, a veces ser añejo es mejor. En economía a veces no es tan bueno ser fresco. El aumento de los impuestos se defendió, por ese economista descalificador, en base a categorías de carácter ideológico y social, legítimas, pero propias del debate del desarrollo, más que del terremoto. No hay que confundir peras con manzanas. La discusión de los impuestos es importante y necesaria, pero debe hacerse con calma. Una reforma apresurada sólo puede entorpecer el real debate posterior.
En lo personal, creo que en este momento debiéramos más bien pensar en bajar impuestos para estimular el desarrollo, y particularmente el empleo. Mi opinión, claro, no cuenta, porque el mismo que calificó de añejos a los economistas que discrepaban de su opinión, a mí ni siquiera me consideró en la categoría de economista.
Lamentablemente, el debate de los impuestos es normalmente un tema más ideológico que técnico. Eyzaguirre dio un gran paso cuando estableció la regla del superávit estructural, como vara para definir el gasto público. Esto fue celebrado por los economistas, añejos y frescos. Velasco la abandonó y sentó nuevo precedente: que la regla se estira o encoge dependiendo de quien la use.
Si queremos abordar la carga tributaria, no es éste el momento, porque se hará rápido, incompleto y seguramente mal; no quedará entonces espacio para una verdadera reforma tributaria en el período de Piñera. Hay impuestos que probablemente deben subir, pero otros que deben bajar, y otros que quizás se deban eliminar. Aquí entra el tema de la modernización del Estado, la descentralización, las empresas públicas, los bienes fiscales prescindibles, la colaboración público-privada, las donaciones, subsidios en gran escala, y tantos otros, pasando por la calidad del gasto de lo que se recauda.
La campaña electoral tuvo como tema la carga tributaria. Tanto Frei como Piñera sostuvieron que antes de cambiar los impuestos había que garantizar el buen uso de lo disponible. Los que plantearon a priori subirlos, sacaron el tercer y cuarto lugar en la contienda. El pueblo habló.
Lo prudente y sabio es anunciar un gran debate tributario nacional, realizado con la perspectiva de Estado, no de gobierno, en base a una agenda de largo plazo de uso de los recursos, y con prioridad en el empleo. Ese es tema de unidad. No hay que ideologizar el tema de los impuestos de uno u otro lado. En la emergencia es el peor momento para ese análisis, particularmente porque, por ahora, hay otras maneras más inteligentes de avanzar.