Los votos de Marco,
por Cristina Bitar.
Queda ya menos de una semana para la elección presidencial y si se cumple lo que dicen la mayoría de las encuestas, en segunda vuelta tendremos a Piñera y a Frei disputándose los votos obtenidos por Marco Enríquez-Ominami el 13 de diciembre. Obviamente que no se puede descartar que Marco nos dé una sorpresa y pase él con Piñera a la segunda vuelta. Pero, a modo de análisis, es interesante profundizar en lo que podría hacer el candidato independiente en la elección de enero y, principalmente, el desmenuzar su electorado en el caso que Marco no pase a segunda vuelta.
Creo que Marco cometería un error grave si llama a sus votantes a apoyar cualquiera de las dos opciones en segunda vuelta, especialmente al senador Frei. Los electores de hoy no son personas ideologizadas que actúen siguiendo la vieja lógica de la orden de partido. Es más, no hay duda que la inmensa mayoría de quienes voten por Marco este domingo no se sienten identificados con ningún partido; son esencialmente independientes y probablemente lo que más los caracterice sea su rechazo a lo existente. Por ello, Marco los ha convocado, porque ha sido fuertemente crítico de las cúpulas de la Concertación y ese discurso, al mismo tiempo progresista y anti establishment, es completamente contradictorio con una opción por el “candidato de las cúpulas concertacionistas” —como él llama a Frei— en segunda vuelta.
Para Marco una vuelta en el aire de ese calibre le significaría perder en tres semanas lo que logró en una campaña extenuante de un año. Pero lo más importante, por lo que un apoyo de Marco a la Concertación sería una equivocación mayúscula, es que sus electores probablemente no lo van a seguir, se van a dividir entre las dos opciones, lo que va a ser evidente luego del recuento de votos de segunda vuelta y quedará claro que no fue capaz de hacer que sus electores lo siguieran. Un Marco que deja en libertad de acción a sus votantes, que se reserva su opción personal, va a llevar a ambos competidores a intentar acercarse a él, a sintonizar con su discurso y, cualquiera sea el que triunfe, Enríquez Ominami siempre podrá reivindicar que ganó porque supo asumir mejor su discurso. O sea, él gana a todo evento.
Es importante que Marco tenga esto claro y mantenga la cabeza fría, porque será objeto de una presión brutal por parte de la Concertación y porque probablemente su padre apoyará explícitamente a Frei, así como muchos de sus colaboradores. La Concertación le ofrecerá poder, protagonismo y cargos, así como le mostrarán que, si se mantiene imparcial y el oficialismo gana, tendrá que enfrentar al enemigo político más poderoso que Chile ha conocido. Pero si algo ha demostrado Marco en este año es valentía y audacia: tiene que mantener esos dos atributos hasta el final. Además, es poco probable que gane la Concertación esta vez, por lo cual Marco puede ser el líder de la nueva coalición que tienen que formar hacia futuro.
Ahora bien, si algo más se puede decir de sus electores es que son personas que deciden su voto a través de los medios de comunicación. Marco no tiene partidos y carece casi completamente de publicidad callejera, por lo que es obvio que conocieron al candidato y su propuesta por la prensa y especialmente por televisión. Esta es una mala noticia para Frei, cuyo mayor activo es la capacidad de trabajar en terreno de una Concertación articulada por el eje político del gobierno. Esta elección la van a definir los electores de Marco y la cancha será la televisión, escenario en el que Frei se ha mostrado por lejos el más débil de los cuatro candidatos. Si Marco hace este análisis, comprenderá que su éxito o fracaso en esta elección depende tanto de su capacidad de guardar silencio entre ambas elecciones, como de la coherencia con su discurso de los últimos seis meses.