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martes, 15 de diciembre de 2009

La derrota de Frei ........


La derrota de Frei

por Roberto Méndez.

El problema de la candidatura Frei, ha quedado demostrado, no estaba en la Concertación que, mal que mal, en la elección de diputados de ayer logró un respetable 44,4% de los votos. La Concertación en realidad no lo hizo nada de mal. El problema, por otra parte, tampoco estuvo en que el gobierno de la Presidenta Bachelet no tuviera suficiente respaldo popular, ¡bien sabemos que es todo lo contrario! Y a pesar de todo este viento favorable, el candidato oficial de esta Concertación y de esta admiradísima Presidenta no logró alcanzar el 30% de la votación popular. Se trata sin duda de un gran fracaso.

Las causas de resultado tan adverso, creo, están en una variedad de razones, que bien vale la pena tratar de dilucidar. Aquí van cuatro claves que pienso ayudan entender el fenómeno.

Legitimidad. Creo que la candidatura de Frei nació con un pecado original: La cúpula de la Concertación, al negarse a un sistema de primarias abiertas y competitivas, le restó legitimidad, circunstancia hábilmente aprovechada por Marco Enríquez, quien, con su discurso un tanto victimizado, logró establecer una duda que finalmente resultó corrosiva.

“Más Estado”. Alguien, que hoy se busca y cuya cabeza tiene precio, convenció al candidato de que el apoyo a la Presidenta Bachelet significaba que los chilenos querían “Más Estado”. Así, el mensaje original de la candidatura Frei fue literalmente ése. Creo que se trata del más formidable error de diseño comunicacional que haya cometido un candidato de la Concertación.

Tal discurso no es sólo difícil de entender (mucho menos entusiasmar) a la mayoría de la población, sino que además no corresponde al sentido común de una población cansada y desconfiada con los desaciertos de un Estado reconocidamente ineficiente. Peor aún, un Frei con discurso estatista, simplemente no resultó creíble. Mal que mal, se trata del ex Presidente más pro empresa privada que ha tenido la Concertación.

Organización. El propio candidato Frei dijo recientemente a los medios que, en su campaña, no se necesitaba un generalísimo. Bueno, el resultado parece indicar que sí se necesitaba: La falta de orden, los conflictos y contradicciones, los cambios permanentes de vocerías, en suma, el “despelote”, fueron el pan de cada día de esta fallida campaña. No sé si fue un esquema diseñado así deliberadamente, de una organización transversal y no jerárquica que no funcionó, o simplemente fue incapacidad de crear una estructura racional; el resultado es que aquí está uno de los puntos más débiles de esta fase de la campaña de Frei.

La aprobación de Bachelet. Estoy convencido que el nivel récord de aprobación de la Presidenta Bachelet terminó siendo un salvavidas de plomo para la campaña de Frei. Esta aprobación, tan abrumadoramente alta, terminó por paralizar cualquier intento de levantar un discurso propio. Frei nunca, o casi nunca, habló de los logros de su propio gobierno. Nunca levantó una promesa de por qué el futuro podría ser mejor en su eventual gobierno, algo, cualquier cosa capaz de entusiasmar y hacer soñar. Se limitó a hablar de “continuidad” y de un vago “vamos a vivir mejor”. O sea, de proyecto propio, ni hablar.

La candidatura de Frei se enfrenta ahora a una dificilísima segunda vuelta. Un millón de votos lo separa de la votación de Sebastián Piñera. Ya no quedan muchos cartuchos y, a juzgar por las declaraciones de los próceres concertacionistas, no todos están dispuestos a reconocer los errores cometidos. Tratar de revivir el Sí y el No, con alguna dosis de campaña de terror anti derecha, parece ser la única esperanza, y sin duda que se intentará: El problema es que, tal estrategia, implica necesariamente centrar la campaña en el pasado. Y los chilenos, que ya hablaron ayer bastante claro, definitivamente están más interesados en el futuro.