Indignación en el Gobierno.
Gobierno de Bachelet está indignado porque Piñera la acusó de inconsecuente porque para sus hijos eligen la educación privada, pero para el pueblo consideran recomendable la educación pública.
Seguramente también les molestaron los llamados a la eficiencia en la inversión pública, a la seguridad, a crear oportunidades o la afirmación de que la salud, la educación, empleo, tecnología e innovación eran desafíos pendientes.
Probablemente también se molestaron por los llamados a la Unidad Nacional, a un proyecto de desarrollo que se refleje en una nueva sociedad de seguridad, oportunidades y valores, la defensa de la familia o el emplazamiento a recuperar el “milagro chileno”.
Factiblemente les ha llegado al fondo el mensaje de convocar a los mejores, haciendo abstracción de su militancia política o la exigencia de excelencia para quienes ocupen los altos cargos de la Administración.
La Presidente acusó al postulante de la oposición de estar cegado por las ambiciones de poder, lo que nos parece una acusación absurda viniendo de quienes viene, y quejándose de las odiosas descalificaciones personales.
Parece olvidarse la Gobernante que ella y quienes la apoyan son los que han dividido al país, sembrando odiosidades y descalificando a todo el que tenga la osadía de pensar u opinar distinto del oficialismo, llegando la Primera Magistrado a parecer más jefe de su coalición que jefe de Gobierno.
Pérez Yoma aseguró que era una falta de respeto tratar así a la Presidente, que según el ha demostrado ser poseedora de una gran coherencia y una vida llena de consecuencia, dejando en el tintero que la Mandatario socialista se ha preocupado de los ingresos de las grandes compañías, borrando las promesas a los más humildes.
Creemos del caso recordar a los ocupantes de La Moneda que la Srta. Michelle llegó a la presidencia en los hombros de los más humildes, para realizar una vez encaramada al poder una administración sorda a las necesidades de sus mandantes.
La incapacidad de conducción, e incluso de ideas, que ha demostrado la Gobernante sorprende a muchos que no se habían dado cuenta que todo lo que dice lo “lee” de los instructivos que le entregan sus asesores.
No vemos tampoco la coherencia de la Presidente en su promesa de que “la primera será la vencida”, referente a la delincuencia, en circunstancias que en su Administración hemos sido testigos del libertinaje con que actúan los mafiosos.
La incoherencia de la Mandatario en relación con los derechos humanos es tan abismante que llega al absurdo de amparar con su silencio el escandaloso fraude de los exonerados o el no haber borrado al “aparecido”.
Queremos contar al Sr. Ministro, para que informe a su Jefe, que no es el único caso, que hace unos años en las protestas contra Pinochet en Londres la hija de un desaparecido, de apellido Conejeros, se encontró a boca de jarro con su progenitor.
Queremos terminar estas palabras recordando la parábola de Cristo que sugiere no mirar la paja en el ojo ajeno, dejando de ver la viga en el propio, modalidad a la que la izquierda parece haberse acostumbrado para descalificar a los adversarios.
Gobierno de Bachelet está indignado porque Piñera la acusó de inconsecuente porque para sus hijos eligen la educación privada, pero para el pueblo consideran recomendable la educación pública.
Seguramente también les molestaron los llamados a la eficiencia en la inversión pública, a la seguridad, a crear oportunidades o la afirmación de que la salud, la educación, empleo, tecnología e innovación eran desafíos pendientes.
Probablemente también se molestaron por los llamados a la Unidad Nacional, a un proyecto de desarrollo que se refleje en una nueva sociedad de seguridad, oportunidades y valores, la defensa de la familia o el emplazamiento a recuperar el “milagro chileno”.
Factiblemente les ha llegado al fondo el mensaje de convocar a los mejores, haciendo abstracción de su militancia política o la exigencia de excelencia para quienes ocupen los altos cargos de la Administración.
La Presidente acusó al postulante de la oposición de estar cegado por las ambiciones de poder, lo que nos parece una acusación absurda viniendo de quienes viene, y quejándose de las odiosas descalificaciones personales.
Parece olvidarse la Gobernante que ella y quienes la apoyan son los que han dividido al país, sembrando odiosidades y descalificando a todo el que tenga la osadía de pensar u opinar distinto del oficialismo, llegando la Primera Magistrado a parecer más jefe de su coalición que jefe de Gobierno.
Pérez Yoma aseguró que era una falta de respeto tratar así a la Presidente, que según el ha demostrado ser poseedora de una gran coherencia y una vida llena de consecuencia, dejando en el tintero que la Mandatario socialista se ha preocupado de los ingresos de las grandes compañías, borrando las promesas a los más humildes.
Creemos del caso recordar a los ocupantes de La Moneda que la Srta. Michelle llegó a la presidencia en los hombros de los más humildes, para realizar una vez encaramada al poder una administración sorda a las necesidades de sus mandantes.
La incapacidad de conducción, e incluso de ideas, que ha demostrado la Gobernante sorprende a muchos que no se habían dado cuenta que todo lo que dice lo “lee” de los instructivos que le entregan sus asesores.
No vemos tampoco la coherencia de la Presidente en su promesa de que “la primera será la vencida”, referente a la delincuencia, en circunstancias que en su Administración hemos sido testigos del libertinaje con que actúan los mafiosos.
La incoherencia de la Mandatario en relación con los derechos humanos es tan abismante que llega al absurdo de amparar con su silencio el escandaloso fraude de los exonerados o el no haber borrado al “aparecido”.
Queremos contar al Sr. Ministro, para que informe a su Jefe, que no es el único caso, que hace unos años en las protestas contra Pinochet en Londres la hija de un desaparecido, de apellido Conejeros, se encontró a boca de jarro con su progenitor.
Queremos terminar estas palabras recordando la parábola de Cristo que sugiere no mirar la paja en el ojo ajeno, dejando de ver la viga en el propio, modalidad a la que la izquierda parece haberse acostumbrado para descalificar a los adversarios.
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