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martes, 18 de noviembre de 2008

Los pobres no pueden esperar



Juan Pablo II, en su discurso en Santiago, en la CEPAL, el 3 de Abril de 1987, nos advirtió que “Los pobres no pueden esperar! Los que nada tienen no pueden aguardar el alivio que les llegue por una especie de rebalse de la prosperidad generalizada de la sociedad".

Todos los sectores políticos mostraron su acuerdo con el mensaje de Sumo Pontífice de la Iglesia Católica, han pasado más de 21 años de esta recomendación y, lamentablemente, los pobres siguen esperando oportunidades o soluciones a su aguda miseria.

Es cierto que algunas cosas han mejorado, la inercia del progreso ha hecho que algunos sean beneficiados con la prosperidad que ha obtenido el país, pero los más humildes siguen viviendo de manera miserable y sin obtener salarios dignos.

Una demostración clara de lo que afirmamos es la enorme cantidad de chilenos, un 50%, que vive de un sueldo mínimo que asciende a 159 mil pesos brutos, a lo que aplicando los descuentos previsionales y de salud, quedan en unos $124 mil al mes.

Esta cifra implica que mayoritariamente nuestros trabajadores reciben un salario $4.134 al día, $518 por hora de trabajo, menos de un dólar, lo que le alcanza para la adquisición de 4 kilos de pan al día.

Debemos agregar a esto que hay una falange, oficialmente de casi 8%, de unos 600 mil desocupados, que además de no tener ingresos, deben lidiar, como todos los chilenos con un proceso inflacionario desatado.

Después de revisar estos guarismos tratamos de entender el discurso oficial, en especial el de la Presidente, que habla que han dado justicia al país y que han bajado los niveles de pobreza.

Según nuestros criterios, cuándo casi un 60% de la población activa de un país tiene un máximo de ingresos de tan escaso nivel, la miseria en el país ha llegado a grados superlativos.

Lo que nos parece excepcional es que a pesar de esta situación, que es absolutamente objetiva, haya una proporción importante de la población que sigue creyendo las promesas que les realiza el oficialismo.

Nosotros no pensamos que la población sea tonta, es miserablemente engañada, sin que, lamentablemente encuentren quien les defienda de la manera que se merecen y de la voz de alerta de lo que realmente sucede en el país.