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viernes, 14 de noviembre de 2008

Cuestionando la institucionalidad.



Los chilenos somos menos tontos de lo que algunos miembros de la clase política creen, de allí que exista una pésima percepción sobre la labor del Poder Ejecutivo, sobre el trabajo del Poder Legislativo y sobre la aplicación de Justicia que hacen nuestros Tribunales.

La calidad del “servicio” que estamos recibiendo sin duda se ha ido deteriorando de manera sensible con el paso del tiempo y con las actuaciones de algunos de los representantes de estos importantes sectores que han cooperado de manera inconmensurable al desprestigio institucional.

No en vano la mayoría de los chilenos opina que no vale la pena, porque no ayuda a solucionar los problemas, involucrase en los temas políticos, de allí que en las elecciones se registra un padrón empequeñecido en cantidad, envejecido en calidad y con notorias ausencias en las participación popular.

Que el Gobierno esté mal evaluado nos parece lógico, sus acciones no han demostrado ningún tipo de capacidades, las improvisaciones y descoordinaciones han sido la tónica permanente, la ineptitud has sido su rasgo esencial, junto con la dilapidación y/ o rapiña de los fondos públicos ha sido vergonzosa.

Un rasgo singular de los Actuales ocupantes de La Moneda es su excepcional sectarismo, la falta de audición que demuestran a los problemas de la gente, su sin igual experticia para el montaje de shows mediaditos y para esparcir las odiosidades con que quieren dividir al país.

El poder Legislativo también ha labrado su falta de prestigio con la presencia en el Congreso de las “polillas” que payasescamente comienzan a actuar apenas ven las luces de la TV o los flashes de las cámaras fotográficas. La culpa no es de ellos solos, su poder es escaso, con una agenda manejada por el Ejecutivo.

El Congreso tiene, fuera de la falta de capacidades de muchos de sus integrantes, carencias brutales, como el carecer de iniciativa en leyes que impliquen gastos Fiscal o en la imposibilidad de poder modificar los presupuestos que el Ejecutivo somete a discusión, son verdaderos buzones que solo pueden decir si o no.

Lamentablemente, por una perversión ilegal, se han aceptado las ordenes de partido, lo que ha neutralizado la de sus principales funciones, al menos de la H. Cámara de Diputados, a la que las mayorías oficialistas han inhibido de realizar verdaderas funciones fiscalizadoras, transformando las Comisiones en verdaderas chacotas.

El poder Judicial no ha ido a la zaga en los esfuerzos por auto desprestigiarse, con fallos aberrantes, la manera ilegal en que han asumido funciones colegisladoras, al inventar figuras delictivas o aplicar Convenciones internacionales no ratificadas por Chile, o por la puerta giratoria que ha entregado los espacios públicos a la delincuencia.

Una encuesta publicada por Diario La Tercera, de ayer, grafica la situación, un 88% de los encuestados opina que “la Ley no se aplica a todos por igual”, un 64% estima que los derechos se respetan menos hoy que antes, un 69% consideró una falta de respeto que las Autoridades no generen espacios de dialogo y participación.