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lunes, 17 de noviembre de 2008

No hacer nada te condena y condena al país



Con un simplismo vergonzante, una falta de compromiso abismante y una desidia desconcertante, en lo referente a la política, algunos sostienen que el “que nada hace nada teme”, como si la no participación en la actividad obviara que los resultados de lo que hagan las autoridades tenga consecuencias en nuestras vidas.

Es vergonzante porque sin duda alguna al no participar den las definiciones que se toma en el país queremos cargar sobre los hombros del resto de la ciudadanía las responsabilidades por los resultados que se obtengan con las autoridades generadas por una base electoral disminuida por nuestra ausencia.

Es una falta de compromiso con los destinos del país, pero, quizás agravándolo de manera muy fuerte por la irresponsabilidad con el futuro de nosotros mismos, de las juventudes a las que podemos cercenarles la posibilidad de desarrollo o por los viejos a los que condenamos a una vida miserable.

Desidiosos porque todos sabemos que tenemos que sacar a la concertación del poder, ya ha dañado de manera brutal los destinos del país, ha liquidado a las clases medias, ha mantenido con una vida miserable a los más humildes, se ha burlado de los sueños de un pueblo que les creyó.

Sin lugar a dudas todos tenemos que hacer algo por terminar con esta lacra incapaz y corrupta que se ha encaramadazo en el poder, producir el necesario cambio de guardia en La Moneda, llámelo alternancia en el poder o desalojo, para desmontar la máquina politiquera que han montado con los recursos del pueblo.

Los chilenos, que hemos sido engañados de manera permanente y continua por la coalición oficialista, tenemos el deber de provocar un cambio, no cualesquier cambio, un cambio que nos vuelva a enrielar por un camino de desarrollo sostenido y de mayores niveles de justicia social.

¿Pero que puedo hacer yo? Es la pregunta más recurrente que se escucha en la población, el primer paso es el de reclamar, denunciar, demostrar a nuestros amigos, familiares, compañeros de labores, camaradas de deportes, lo mal que han ejercido el poder y la forma amoral con que han saqueado el Estado.

Todos tenemos el deber de desenmascarar el engaño feroz al que hemos sido sometidos, la explotación brutal, con fines políticos, de las necesidades de la gente, la irresponsabilidad con que han manejado las prioridades del país o la ineptitud con que han conducido los destinos nacionales.

No podemos dejarnos envolver nuevamente en la verborrea de un Ministro Vidal, en la palabrería hueca de Pérez Yoma o en los eslóganes que magistralmente son capaces de construir para conseguir adueñarse de nuestra parte de la soberanía popular, representada por nuestros votos.

Tu voto, vuestros votos, nuestros votos son capaces de cambiar el destino de la nación, ejercitemos nuestros derechos, votando, y haciéndolo bien, cumplamos nuestro deber de incentivar a otros, para que se inscriban en los registros electorales, y con sus sufragios nos ayuden a cambiar la historia.