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lunes, 3 de noviembre de 2008

Tanto nos han mentido



Desaprensivamente, posiblemente dedicados a nuestros asuntos con un individualismo exacerbado, hemos permitido que la historia haya dejado de ser lo que realmente fue para transformarse en un cuento irreconocible con el que los “conocidos de siempre” quieren seguir engañándonos.

Intentar desconocer que el Gobierno de la UP, con Allende a la cabeza, destrozó al país económicamente, que moralmente lo pulverizó, que socialmente dejo a los chilenos enfrentados a unos con otros, que destruyó la estabilidad social o que pisoteó la Constitución y las Leyes es una estulticia.

Tratar de negar la titánica labor del Gobierno Militar, encabezado por Pinochet, hubo de realizar para recomponer y reconstruir los daños provocados en todos los ámbitos de la vida nacional es una inmoralidad que solamente es explicable por ambiciones de poder y el afán de lucrar con la caja pública.

Aspirar a desprestigiar la monumental obra de re-institucionalizar , el país dotándolo de instituciones sólidas, la instalación de una nueva cultura de trabajo que reemplazara la politización de las actividades, el rediseño de un sistema económico y la puesta en marcha de la producción es una sandez.

Desconocer que en la Administración de los Uniformados se debió enfrentar, con el envío de personal experimentado y armamentos, además apoyada por parte importante de quienes hoy están en el poder, a una guerra civil que se larvada por el accionar eficiente de las fuerzas de seguridad, es un engaño.

Pretender poner a nuestras Fuerzas Armadas y de Orden como criminales que asesinaron a gente inocente, fuera de ser una mentira, es un agravio intolerable al “pueblo chileno con uniforme”, pues estos institutos armados no son otra cosa que el pueblo con autorización para el uso de las armas para defender el país.

Atribuirse, como hacen los Gobierno de la concertación, los actuales éxitos económicos como obra propia, es simplemente una estafa, pues corresponden al resultado de las políticas que en esta materia instauró el Gobierno de Pinochet y que ellos dijeron que cambiarían por otras de fracasada historia en el mundo.

Los chilenos debemos estar agradecidos de las Fuerzas Armadas y de Orden, que además de evitar la guerra civil que se planeaba desde La mismísima Moneda, evadieron derramamientos de sangre inútiles, y como si lo anterior fuera poco, nos salvaron de una guerra fratricida con nuestros hermanos argentinos.

La historia ha sido burdamente falseada por quienes emergieron como ganadores del plebiscito con que el Gobierno Militar nos devolvió, de acuerdo a lo prescrito por la Constitución y en los plazos establecidos, para explotando “victimas” aferrarse al poder y de paso obtener suculentos beneficios pecuniarios.