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martes, 4 de noviembre de 2008

Prensa perniciosa.


Leer cierta prensa, sintonizar algunas emisoras de radio o escuchar ciertos programas de la televisión pueden hacernos pensar que estamos en un mundo totalmente enloquecido, pues lo único que se ve y escucha es un destaque impactante de frivolidades, una forma sutil de propaganda a actitudes equivocas y una exaltación brutal a personajes de escasa valía moral o intelectual.

Casi no se escuchan emisiones, o se leen páginas, que nos exalten actos de heroísmo, que incluso en nuestros tiempos existen muchos, que nos hagan ver las maravillosas acciones de algunos seres que aún a costa de sus vidas se dedican a cuidar a los que sufren, ni mucho menos escuchamos que se invoque a aquellos que son verdaderos faros morales para la humanidad.

Somos testigos de una impresionante campaña destinada a despertarnos sensorialmente y a provocar reacciones cuasi animales entre los seres humanos, vemos como la infidelidad es tratada como algo normal, como los drogadictos se transforman en verdaderos guías de la sociedad, como la mediocridad nos consume desde los medios de comunicación masiva.

Con este “destape”, que cubren con expresiones de libertad cuándo en realidad corresponden a acepciones de libertinaje, nos han enceguecido sobre lo que realmente está sucediendo en nuestro mundo, aunque lo hablamos refiriéndonos a nuestro país, nos tapa los sufrimientos horrorosos que esta padeciendo parte importante de la ciudadanía.

Nos han cambiado los leones del circo romano por los “opinólogos” que nos tiran personas al ruedo a las que destrozan de manera inhumana, a los que exponen su vida privada de una manera espantosa, convirtiéndolos en carnada para el lobo que llevamos oculto dentro de nuestros seres, Nos muestran formas de vida que solamente pueden favorecer la envidia y la deshumanización.

Nos gustaría ver en los medios de prensa protestas por la miseria a la que sometemos a un alto porcentaje de nuestra población, que evaluamos en un 50%, que deben vivir con un salario mínimo que alcanza a los cuatro mil pesos al día, menos de lo que un trabajador de un país desarrollado gana a la hora o escuchar reclamos sobre la falange de desempleados que hay en el país.

Ni pensar que nos gustaría ver que en vez de las disquisiciones de cómo se bota la plata en la administración pública, como en Transantiago, Ferrocarriles o en CODELCO, alguna proposición para que esos fondos sean destinados a la TELETON para rehabilitar a nuestros minusválidos o a Bomberos de Chile para tratar de evitar las tragedias que afectan a muchos chilenos.