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lunes, 11 de enero de 2010

Museo de la Me…. por Luis Larraín.

Museo de la Me….

por Luis Larraín.

La Presidenta Bachelet desperdiciará una buena oportunidad para lograr consenso en el país sobre una memoria compartida acerca del respeto a los derechos humanos. Al inaugurar mañana el llamado Museo de la Memoria, cederá a la tentación de utilizar políticamente el tema. Y no lo decimos únicamente por la oportunidad, unos días antes de la segunda vuelta presidencial, sino por la decisión de limitar la exposición permanente de la muestra al período que media entre el 11 de septiembre de 1973 y el 11 de marzo de 1990.

La causa de los derechos humanos es una causa noble y no pertenece a ningún grupo en particular.

Desgraciadamente, aprovechando la existencia de violaciones a estos derechos durante el gobierno militar, ha sido una constante en ciertos sectores de la Concertación y la izquierda el intento de utilizarla para obtener provecho político. En ese afán, no han trepidado incluso en distorsionar la historia, llegando derechamente a la mentira.

Es conocido el hecho que la izquierda mintió durante muchos años acerca de las circunstancias en que murió el ex Presidente Allende, asegurando en todo el mundo que había sido asesinado en La Moneda el 11 de septiembre de 1973. La película Dawson Isla 10, que fuera recientemente seleccionada para representar a Chile en la competencia de los Oscar en detrimento de la celebrada La Nana, vuelve sobre esta mentira al sugerir lo mismo.

La mentira le hace un flaco favor a la causa de los derechos humanos. Desgraciadamente, la base jurídica de la mayor parte de las condenas en esta materia por hechos ocurridos con posterioridad al 11 de septiembre de 1973 que la justicia chilena ha dictado, reside también en una mentira. La figura del secuestro permanente, que hace posible eludir la aplicación de la ley de amnistía vigente, presume que las personas que fueron detenidas y luego desaparecieron (con toda seguridad fueron asesinadas por agentes del Estado) siguen secuestradas. Esto permite construir la ficción jurídica de que el delito continúa siendo cometido hasta el día de hoy y queda por lo tanto fuera del período comprendido por la ley de amnistía. Es tal el absurdo creado por esta mentira, que se supone que personas que hoy están detenidas cumpliendo su condena por estos hechos, mantienen secuestradas a sus víctimas.

La figura del secuestro permanente no es más que una aplicación de la máxima que el fin justifica los medios: la negación misma de un estado de derecho. Es el tipo de lógica que, durante el gobierno militar, permitió a sus autores justificar los delitos de secuestro y desaparición de personas basados en su supuesta condición de enemigos de la patria.

Al limitar la exhibición del museo al período comprendido entre el 11 de septiembre de 1973 y el 11 de marzo de 1990 se ha optado por una memoria selectiva. El argumento que se ha esgrimido es que no es necesaria ni conveniente la discusión del contexto en que se produjeron estos hechos, pues hacerlo relativizaría la condena a las violaciones a los derechos humanos. Es un mal argumento y se han dado buenas razones para rebatirlo.

El escritor Roberto Ampuero ha señalado que esta decisión impone una versión maniquea del mundo en la cual hay “buenos” y “malos”, pasando por alto el desprecio por la democracia que tenían en esa época vastos sectores de la izquierda a la que él pertenecía. Un país que olvida su pasado repite sus errores, afirma Ampuero. Y claro, entender un fenómeno será siempre importante para evitar que se repita.

En su columna “Memoria y Desmemoria”, por su parte, Joaquín Fermandois nos ha dicho que el riesgo de relativizar la condena es menor al de oscurecer la verdad. Por eso concluye: texto y contexto.

Una verdad a medias es a fin de cuentas una mentira. Es de esperar que una obra que quiere remecer la conciencia de los chilenos sobre el respeto a los derechos humanos, un objetivo muy loable, rectifique en el futuro esta enorme debilidad. Nada justifica ponerle un cerco a la memoria.


Nota de la Redacción:
Esta nota fue tomada de Diario El Mercurio porque creemos da en el clavo al describir la miserable falsificación de la historia que implica descontextualizarla para obtener beneficios politicos y/o beneficios económicos.