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viernes, 9 de mayo de 2008

Una pequeña mirada valórica

Una pequeña mirada valórica.

Los pueblos que no se preocupan por mantener sus raíces e imitan todo lo proveniente del exterior en breve plazo han perdido todas sus buenas costumbres y adquirido formas de vida totalmente extrañas, las que sin duda le desarraigan.

Los países que no cuidan de sus valores seguramente son atacados por la gangrena “liberticida” y corroídos por la corruptela, han bajado la “guardia” y han evitado que las defensas nacionales funcionaran adecuadamente.

Las familias que no cuidan su unidad y comienzan a faltarse el respeto al poco tiempo comienzan un proceso de descomposición que termina con cada uno marchando por su propio camino, habiendo perdido la noción de clan.

Las comunidades que pierden el respeto por su historia, además de ser fácilmente engañados, están casi inevitablemente condenadas a repetir los mismos errores, pues le han quitado el trasero a la jeringa de la vacuna.

Las asociaciones que se alejan del creador inconcientemente van perdiendo el respeto a la estirpe humana y comienzan a sufrir de la total falta de consideración entre sus habitantes, haciendo imposible la convivencia.

Los grupos que pierden la noción de las realidades, lo que permite las falsificaciones de la historia, están siendo atacados por el virus, tremendamente destructivo, de la disgregación y posiblemente preparando su propia diáspora.

Son miles de millones de humanos que en la actualidad pueden dar fe del resultado de estos “descuidos” en temas fundamentales, los que debieron pagar con miserias y sufrimientos espantosos.

Los peligros no provienen solo de algunos grupos izquierdistas, los riesgos se originan en todos aquellos que tienen concepciones totalitarias de las sociedades o que se creen unos Mesías que las salvaran.

La mejor manera de identificarlos es por su extraña manera de descalificar a sus rivales, a los que como no puede discutir con argumentos reales, intenta ridiculizar utilizando sátiras bastante antojadizas.

Otra manera de reconocerlos es su rara concepción que les lleva a sentir que ellos son la única expresión de la verdad y su inconcebible falta de respeto por las ideas que pueda tener otra persona.

Generalmente son partidarios de estados muy poderosos, en los que todo esté en sus manos, pues así nos tienen controlados por la imposibilidad de conseguir trabajo o por la falta de alimentos.

El totalitarismo es una de las amenazas peores que nos acechan, pues con una cara sonriente y una promesa de justicia, preparan el cepo con el que aprisionaran a nuestros desprevenidos pueblos.