LUCHA CONTRA LA CORRUPCIÓN.
Hemos planteado en innumerables ocasiones nuestra aversión a la corrupción y nuestra decisión de luchar contra ella por todos los medios a nuestro alcance y con todas las fuerzas que tenemos, a pesar de las debilidades humanas,
Hasta el momento hemos dado una lucha en solitario contra la corrupción del lenguaje, aunque hemos encontrado mucho mas apoyo del esperado contra el ataque que esta infección hace de nuestra institucionalidad.
A pesar de índices “positivos” que presenta transparencia internacional, cuya filial chilena no nos merece mucha confianza, creemos que la infección ha tenido un avance meteórico y que ya afecta a gran parte del Estado.
Las causas para este fenómeno son muchas, comenzando por la debilidad humana, aunque consideramos que su mejor aliado es la práctica inmunda del cuoteo, en la que se decide los nombramientos de acuerdo a la militancia del prospecto.
Los inmensos malos negocios, inversiones fallidas o simple rapiña que afectan al Poder central deben ser motivo de encendimiento de todas las luces rojas, pues las perdidas han sido simplemente multimillonarias y las sanciones brillan por su ausencia.
Aparentemente la infección se ha extendido a las administraciones locales y nos encontramos con gran cantidad de Municipalidades bajo investigación y una no despreciable cantidad de Alcaldes sometidos a proceso.
No vamos a tocar mayormente el caso de la Empresa Privada, pero si advertiremos que para que haya un funcionario público que se corrompe es absolutamente necesario que al frente debe haber alguie dispuesto a corromperlo.
La violenta irrupción de los cárteles de la droga, con las inmensas cantidades de recursos que manejan no ayuda precisamente a moralizar el sistema, pues intentan comprar sus libertades y necesitan blanquear los dineros negros.
Lamentablemente no vemos voluntad política de terminar con el flagelo, pues hacerlo implica forzosamente enviar a muchos de los suyos a prisión y la posibilidad, inevitable, de que hablen sobre quienes les han protegido.
Creemos imperioso que la ciudadanía tome conciencia real de lo que está sucediendo y comprenda los peligros que implica que una enfermedad social como esta clave definitivamente sus garras en el país, con lo que nos faltarían lagrimas para demostrar el dolor.
Masificación de las drogas, explotación organizada de la prostitución, sea esta femenina o masculina, esclavitud, secuestros, asesinatos. Proliferación del juego ilegal, popularización de la pornografía son solo algunos de los dramas que trae la corrupción.
Ya hemos perdido casi todos los espacios públicos a manos de las pandillas y debemos vivir enrejados en nuestras viviendas para no ser el titular de mañana de la prensa roja, esto, aunque parezca increíble es solo el inicio del proceso.
Nos han mentido con la rebaja de la cantidad de delitos, nos han engañado con la presunta inexistencia de secuestros extorsivos, nos ocultan las feroces balaceras en que se enfrentan las bandas rivales por el control de alguna zona.
Nuestros hermanos colombianos tuvieron una guerra civil que derivó en guerra delictual, llevan 50 años luchando contra el flagelo que ha costado la vida de cientos de miles de personas, ha desplazado a otros tantos y mantiene a miles secuestrados.
Esta lucha no compromete solo al Gobierno, que tiene una parte importantísima en ella, compromete a todos los ciudadanos, que además de cuidar nuestro comportamiento debemos estar alertas para denunciar las acciones ilegales.
El Gobierno y el Parlamento tienen la obligación de proveer de un sistema legal que efectivamente sanciones a los infractores, una policía que efectivamente los aprenda y unos tribunales que efectivamente les deje donde deben estar, en la cárcel.
De darse todas estas acciones y colaboraciones es posible que nos salvemos de este cáncer que esta consumiendo a nuestra sociedad, las medidas propuestas hacen las veces de la quimioterapia contra el carcinoma.
Toda la familia chilena, al igual que una familia que ve que uno de los suyos enferma, debe cuadrarse con esta lucha, en ella nadie sobra ni molesta, incluso podríamos asegurar que siempre estarán faltando más voluntarios.