Para algunos representantes del oficialismo la labor de la oposición debe reducirse a decir que si a cuanta estupidez a ellos se les ocurra. En caso contrario son vilipendiados de mala manera, tratados como parias que no tienen derecho a tener opiniones propias y recurriendo a artimañas publicitarias pretenden hasta negarles sus derechos más elementales.
El opositor, como toda persona que participa en política, con la sola excepción de aquellos que se han corrompido, lo hace porque tiene concepciones sociales, culturales, económicas y filosóficas que le diferencian de aquellos que se sitúan en la vereda del frente.
Por esencia el opositor, que como su nombre lo indica no está en el Gobierno, pertenece a una agrupación que se dedica a fiscalizar a quienes ejercen el poder, sobre todo si lo hacen mal, abusivamente, son mentirosos, engañan a la gente o han corrompido la vida pública nacional.
La principal tarea de un opositor es la de oponerse a todo aquello que considera que daña al país, que perjudica a su pueblo, que implica retraso en el camino del desarrollo nacional y ciertamente plantear la preocupación que le merece la falta de atención a los problemas reales de la gente.
Antiguamente, por concepciones extremadamente politizadas o ideologizadas se entendía que al frente se encontraba el enemigo, hoy, mirando las cosas más calmadamente se comprende que las diferencias pueden producir rivalidades pero nunca terminar con la necesaria amistad cívica.
A lo mejor es por eso que desconciertan las demostraciones de bipolaridad de las autoridades, que cuando la oposición les aprueba algo, que les sanciona favorablemente casi todo, les aplaude y pondera a más no poder, para al rato después, ante cualesquier opinión en contrario, desprestigiarles de la manera mas soez.
Los que hemos dedicado tiempo a analizar los resultados de los gobiernos que actúan con esta cambiante manera hemos constatado que mas rápidamente que tarde dejan asomar formas bastante totalitarias, pues la opinión en contrario les parece una inaceptable falta de respeto.
Nosotros nos consideramos opositores porque, lamentablemente, consideramos que las autoridades de Gobierno lo han hecho casi todo mal, y lo que es mas grave lo que no han hecho mal a significado enormes pérdidas para el erario nacional, cuando no ha implicado que amigos del régimen le hayan puesto ruedas al país.
Lo que parece que nuestros gobernantes no entienden es que la oposición es parte esencial del sistema republicano, pues en caso contrario, con la Constitución presidencialista que tenemos el Poder Ejecutivo adquiriría características cesáreas, antitesis del sistema democrático que queremos tener.
Cuando la plata destinada a la creación de empleos de emergencia va a los partidos políticos no denunciarlo es complicidad, cuando EFE se gasta una millonada en compra de chatarra ferroviaria no evidenciarlo es connivencia, cuando las irregularidades saltan por todos lados callarlas es confabulación.
Pretender que se silencie la manera escandalosa en que se está botando la plata del pueblo en un Transantiago mal concebido y mucho peor ejecutado sería un contubernio inaceptable. Pasar por alto la inauguración “mula” de un hospital, en la que la mandatario hizo el ridículo, sería un arreglín intolerable.
Ni el más afiebrado de los oficialistas, no creemos que ni siquiera Escalona, en su peor momento de falta de cordura podría pedir que la posición de los opositores fuera otra, pues, de ser así estarían incumpliendo sus obligaciones legales y traicionando a quienes confiaron en ellos.
Por si alguna duda quedara a algún Ministro Político, citamos algunas acepciones de la expresión oposición que detalla el Diccionario de la RAE:
Oposición (Del lat. oppositĭo, -ōnis).
-Acción o efecto de oponer u oponerse.
-Disposición de algunas cosas, de modo que estén unas enfrente de otras.
-Contrariedad o antagonismo entre dos cosas.
-Contradicción o resistencia a lo que alguien hace o dice.
-Conjunto de grupos o partidos que en un país se oponen a la política del Gobierno.
-En los cuerpos legislativos, minoría que habitualmente impugna las actuaciones del Gobierno.
-Cada uno de los cuerpos deliberantes, o de los sectores de la opinión pública adversos al poder establecido.
Creemos que con estas definiciones basta, sobre todo porque demuestran que el ser mayoría, generalmente circunstancial, no implica que puedan imponer al resto de la sociedad sus particulares formas de pensar y que la opinión publique tiene derecho a ser respetada en su disidencia.