Para formarse una idea clara de las imágenes, haga doble click sobre ellas
y constatará la inmensidad de la tomada de pelo que implican
Para una persona que declare valores democráticos y cristianos pocas cosas pueden haber más difíciles que mantenerse dentro de la coalición oficialista, encabezada por una declarada atea que no pierde oportunidad de trapear el piso con las enseñanzas de la Iglesia, igualmente dificultoso debe ser al constatar que las realidades son reemplazadas por “mentiras” con el objeto de lograr un buen calce.
Sin duda podríamos pensar que el Ministro de Obras Publicas, Sr. Rene Cortazar Sanz se encuentra en este grupo, pero se le ve tan cómodo engañando a los usuarios del Transantiago, se le ve tan a gusto mintiendo sobre la cuantía y calidad de los paraderos, le vemos tan ufano garantizando que el sistema funciona mejor, que hemos dudado si es malo o simplemente cumple sus funciones,
Si después de casi 15 meses de botar la plata a manos llenas el sistema no ha mejorado algo, es sencillamente porque esta en manos de un papas natas, pero, lo que se le olvida al Ministro es recordar que ha mejorado “enchulando” las amarillas e imitando las mallas de recorridos que tenía ese vilipendiado sistema de transporte de pasajeros, tan malo como el actual pero eficiente.
El Señor Cortazar tiene una característica muy similar a Lagos, utilizando una palabrería demoníaca es capaz de hipnotizar a las “serpientes” y ha convencido a la gente que con su esfuerzo a logrado lo mejor que se podía conseguir para el sufrido capitalino y que sus añoranzas de las “amarillas” son solo una demostración de la mala memoria de que padecemos los chilenos.
Antes en las “asquerosas” amarillas, podíamos dormir, porque tenían más del doble de asientos que las de ahora, sabíamos que donde fuéramos había un recorrido que nos dejaba bien, los tiempos de espera eran mínimos, pasaban a cada rato, llegábamos a la casa con animo para preocuparnos de nuestra familia y hasta de pegarle una mirada a las tareas de nuestros hijos.
Al otro día no debíamos salir al alba al albur de agarrar uno de estos aparatos de un verde llamativo, salíamos a la esquina y a los pocos minitos pasaba una destartalada pero útil amarilla, que nos llevaba a nuestro trabajo si no con la comodidad que quisiéramos, con la puntualidad que nos exigía nuestro jefe, no llegábamos reventados a iniciar las labores.
Es cierto que las nuevas son más bonitas, las pocas nuevas porque las enchuladas solo fueron pintadas, pero carecen de asientos para los trabajadores y las damas, los fierros de agarre están a una altura muy superior a la del chileno medio, son extraordinariamente bruscos, lo que hace que en cada frenada o acelerada salgamos disparados hacia el parabrisas.
Es cierto que tienen una ventaja, el sistema de pagos es mejor, pero si le hubiésemos instalado la tarjeta bip a los amarillos, en vez de las peceras del negociado, habríamos ahorrado miles de millones de pesos, que siendo un poco mal hablados hubiesen alcanzado para comprar los ocho mil buses que Santiago necesita y sobraría una buena cantidad de plata.
Sobre los paraderos, con los que tanto se ufana este personajillo que las oficia de Ministro, graficaremos esta nota con algunos, fotos tomadas ayer, en los que se supone debe esperar la clase media, los más modestos y nuestros estudiantes.
Si Cortazar tuviese un poco de honestidad y algo de dignidad liaría sus bártulos y abandonaría un barco absurdo, que pretende cargarle permanentemente a los chilenos el costo de un sistema de locomoción colectiva tan malo como el anterior, pero que hora lo paga el sufrido Moya.