martes, 27 de mayo de 2008
Sobre Montiglio y sus condenas.
Durante la administración del Gobierno Militar tuve algunas divergencias bastante fuertes con él, lo que no quiere decir que no esté conciente que puestas en la balanza sus obras y sus errores las primeras sobrepasan con creces a las segundas. Los Militares realizaron una labor de refundación moral, social, política, económica e institucional que pienso no tiene parangón en la historia mundial.
Después de haber sido derrotado en el plebiscito de 1988, por un estrecho margen, se ha dejado caer sobre ellos una feroz campaña de persecuciones, se les ha arrebatado su obra, se ha falsificado la historia para hacerles parecer como una caricatura diabólica, los poderes del odio y el resentimiento les han arrastrado a las acusaciones mas descabellados y acusado de crímenes inhumanos.
La mirada de los sucesos, a más de 30 años parecen hacer olvidar que Chile fue sometido a convulsiones impresionantes, que la discordia social era una herramienta política y que desde el poder se agitaba a las masas incitándolas a las peores atrocidades, no existía la convivencia cívica nacional, bandas armadas asolaban campos y ciudades, las Leyes se habían transformado en letra muerta.
Miles de extremistas armados pertenecían a la Guardia Personal de Allende, los GAP, al MIR, a los ELENOS, a la VOP, tenían direcciones militarizadas desde el Gobierno, como el Director de Investigaciones, de la Embajada de Cuba y millares de sujetos que había viajado a Cuba y a los países socialistas a obtener adiestramiento militar, además de capacitación en insurgencia.
En conversaciones primadas los jerarcas del régimen hablaban desembozadamente de la indispensable guerra civil que les permitiera exterminar a los enemigos de clase, su prensa asesinaba mediáticamente a todo el que se opusiera y si no era suficiente, como sucedió con Edmundo Pérez Zujovic, simplemente le mandaban a matar, se llegó al absurdo de marcar las casas en que habitaban los que serían eliminados.
Hoy, 35 años después, nos encontramos con que algunos oscuros juecesillos, con ambiciones de llegar a la Corte Suprema, han falseado procesos, dejado de aplicar las Leyes y han falseado la legislación utilizando Tratados Internacionales que en Chile no están vigentes para producir centenares de condenas que justifiquen el asqueroso “desangramiento” de las arcas fiscales que están produciendo con indemnizaciones inmerecidas.
En Chile hubo poco más de 3 mil muertos, entre ambos bandos, 997 mil menos que los que ellos esperaban producir, que en su mayoría no cayeron por estar vendiendo dulces en alguna esquina, murieron practicando las técnicas de salvajismo en las que les había entrenado el marxismo internacional, luchando contra un pueblo que trabajaba en su reconstrucción y contra un Gobierno que les había aventado del poder.
Personalmente, y no estando de acuerdo con la muerte de nadie por motivos políticos, admiro a aquellos que entregaron su tranquilidad y arriesgaron a sus familias para que el pueblo de Chile no fuera masacrado por una horda de termo-cefalos que solo aspiraban a instaurar su malhadada dictadura del proletariado, del que por cierto, ellos serían los jerarcas que formarían la nueva clase dorada.
En nombre de una presunta defensa de los derechos humanos, contra nuestros militares se esta trasgrediendo flagrantemente el articulo 7, que establece que todos son iguales ante la ley, derecho a igual protección de la ley, a los que además de conculcarles sus derechos se les ha discriminado de una manera grotesca, contraviniendo nuevamente el espíritu de la convención.
Hoy en que los que destruyeron el país y los que lo han corrompido a niveles insospechables se encuentran libres y gozando de todos los privilegios del poder, no puedo dejar de preguntarme si estar privado de la libertad por esta gentuza sea un agravio o una medalla que se deba colocar en los uniformes de quienes sufren esta afrentosa situación.
Nota final: si estos personajes consideran que no cumplieron con sus deberes durante la “dictadura” quiere decir que se declaran inmorales, lo que justificaría su afán vergonzoso por limpiarse la faz.