Los perjuicios de la paralización
estudiantil.
La educación pública está comenzando a pagar un elevado costo a raíz de las prolongadas movilizaciones en colegios y universidades.
Conforme transcurren las semanas se hacen más evidentes los daños que la prolongada paralización de los establecimientos educativos está causando en la educación secundaria y superior, generando un efecto en la dirección exactamente contraria de lo que había sido anunciado como uno de los objetivos del movimiento: el mejoramiento de la educación pública. Más aún, el debate ha evolucionado desde los temas de calidad hacia una descarnada disputa por obtener mayores recursos de parte del Estado, y alcanzar la mayor proporción posible de ellos por parte de cada estamento, sin que exista mayor vinculación con propuestas específicas de lo que se pretende hacer con ellos ni tampoco, en el caso de las universidades estatales, de proyectos de cambio en su sistema de gobierno institucional.
Los dirigentes estudiantiles han optado por mantener la paralización con el objetivo, según han declarado, de no debilitar la presión sobre el gobierno y el Congreso para que sus reivindicaciones sean aceptadas. Sin embargo, este propósito choca con la realidad que aprecian día a día los estudiantes y sus familias, acerca del daño que les reporta la pérdida del año escolar o de una parte sustancial de las clases de este período. Este desgaste ya se ha reflejado en los últimos sondeos de opinión pública, donde cae significativamente la aprobación del movimiento estudiantil entre los encuestados.
Un primer efecto que es atribuible a esta percepción es el hecho de que los propios estudiantes han optado en muchos establecimientos por volver a clases, a pesar de la fuerte presión de parte del movimiento estudiantil para evitarlo. Este fenómeno ha sido más evidente en la educación superior, por la mayor flexibilidad para recuperar al menos parte del año académico, mientras que en los colegios la pérdida ya verificada del año escolar ha vuelto hasta cierto punto irreversible la posición tomada por los estudiantes.
Sin embargo, otro efecto previsible a mediano plazo, y más profundo, es la posibilidad de que muchos estudiantes que actualmente se encuentran en los establecimientos paralizados, o que pensaban postular a ellos para el próximo año, tiendan a optar por otros planteles para no arriesgar sufrir las consecuencias negativas que ha causado la paralización este año. Esto puede significar pérdida de los alumnos más destacados -un peligro especialmente relevante para entidades como la Universidad de Chile- y también menores recursos por la disminución de la matrícula, lo que claramente complicaría los proyectos de modernización institucional y mejoría de la calidad que deben llevar adelante. Este daño ya ha sido advertido por los profesores de los distintos planteles, que ven con preocupación el ambiente de desgobierno y la mala imagen que éste proyecta.
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