El fin de las listas de espera AUGE,
por Cristina Bitar.
Nadie duda de que las dos demandas sociales más anheladas por los chilenos son la mejoría de la educación y de la atención de salud. La primera ha sido, como es obvio, el gran tema del año en el país y probablemente lo siga siendo por mucho tiempo más. Tal vez sea por eso que el anuncio hecho por el Presidente de la República y el ministro de Salud, en el sentido de que se había puesto fin a las listas de espera en las patologías AUGE, no provocó el impacto que debiera haber tenido.
Creo que se justifica sobradamente hacer algunas reflexiones sobre este anuncio. El establecimiento de un listado de patologías que son objeto de garantía explícita de atención colocó a Chile a la vanguardia en materia de salud pública y significó un avance enorme, que tuvo, además, la virtud de combinar y potenciar al sector público con el privado. Desde que se estableció esta política pública, año a año el Ministerio de Salud evalúa la incorporación de nuevas patologías al listado y a más personas se les reconoce el derecho a una atención de salud digna frente a dolencias graves.
Por décadas, la capacidad hospitalaria de nuestro país ha sido claramente insuficiente, de forma tal que el acceso a la salud ha estado bastante divorciado entre la teoría y la realidad. Las listas de espera han sido un mal endémico de nuestro sistema de salud pública. Imposible no recordar que, hace aproximadamente diez años (tal vez un poco más), el Presidente Lagos encargó frente a todo el país a su ministra del área, Michelle Bachelet, terminar con las listas de espera en un plazo de tres meses. La ministra no cumplió con el encargo, pero el país no la criticó por ello, pues era imposible solucionar en tres meses lo que venía ocurriendo desde hacía décadas. Por eso, aunque esté acotado a las patologías AUGE, el haber terminado con estas listas de espera y poder decir como país que, dentro del listado de enfermedades más graves y comunes, los chilenos, sin importar su condición socioeconómica, tienen atención oportuna y económicamente accesible, es un salto gigantesco al desarrollo.
En la última presidencial, se hizo una verdadera campaña del terror en el sentido de que si ganaba la Coalición por el Cambio se terminarían los programas sociales. Se hablaba entonces de la red social y que ella estaba amenazada si ganaba el candidato Piñera. La campaña del terror no surtió efecto, pero hoy es gratificante comprobar que nada de ello ocurrió y que en el gobierno del Presidente Piñera la red social se ha fortalecido enormemente. Posnatal, eliminación del 7% para los jubilados, ingreso ético familiar, incremento histórico de las becas y créditos para la educación superior y ahora el fin de las listas de espera AUGE, son una demostración incuestionable de la continuidad, perfeccionamiento y profundización de las políticas sociales en un gobierno de centroderecha.
Esto nos habla de un país maduro. Hace más de veinte años, cuando la centroizquierda llegó al gobierno, tuvo la madurez y la visión de dar continuidad a un modelo de desarrollo fundado en la economía social de mercado. Esa continuidad es la que nos colocó a las puertas del desarrollo.
Ahora ha sido la centroderecha la que ha tenido la madurez y el pragmatismo de dar continuidad a las políticas sociales, lo que nos llevará a ser una sociedad más integrada y con mayor grado de igualdad de oportunidades. Es verdad que aún tenemos grandes problemas, que la desigualdad sigue siendo enorme, pero el Presidente Piñera y el ministro Mañalich nos han dado una gran noticia. Vale la pena destacarlo y no dejar de escuchar las cosas buenas que se están logrando.
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